Es la primera vez que asisten a una clase como esta: "Haremos a estas familias superfelices, en el peor momento de sus vidas". Porque estos actores forman parte de un 'reality show' estadounidense que enseña como convertirse en un plañidero profesional, en llorar la muerte de una persona que ni siquiera conocen. Entierros poco habituales que pasan por discotecas y llegan a los rings de boxeo.
Pero la realidad supera a la ficción. En Reino Unido esta práctica se ha convertido en una profesión, que como todas hay que practicar. Cobran 53 euros por acudir a un funeral de un desconocido. Dos horas de ceremonia en las que los actores lloran y hablan con los amigos, como si fuesen uno más. Se ha vuelto tan popular que esta empresa ya se anuncia en Internet: "Si necesita incrementar el número de visitantes o introducir caras nuevas, entonces podemos ayudarle".
Un oficio que también existe en Alemania. Así se ganaba la vida la actriz Diane Kruger en su adolescencia, cobraba 5 marcos por funeral. En Cerdeña no son necesarios los candelabros, pero sí los lloros de estas plañideras profesionales.
La práctica se originó en China, donde contratan a actores incluso para cantar a los muertos. Todo por conseguir que la despedida de un ser querido, de una forma o de otra, sea inolvidable.