Sarah Sands, una mujer británica, fue condenada a siete años y medio de prisión por matar a puñaladas a su vecino, Michael Pleasted, en Londres. Durante el juicio, salió a la luz que este era un pederasta convicto, con 24 condenas previas por delitos sexuales. Ahora, tras salir de la cárcel, Sands ha revelado que le mató porque su hijo fue una de sus víctimas, según recoge 'The Sun'.

"Hice lo que cualquier madre haría porque le hizo esto a mi hijo Bradley, mi pequeño", ha afirmado Sands, en declaraciones recogidas por el citado medio británico. Aunque la mujer, de 38 años, afirma que nunca se imaginó que podría hacer algo así y sostiene que no se enorgullece de lo que hizo, asegura que no se arrepiente: "Al menos sé que no puede hacer daño a nadie más", ha señalado.

Según su relato, citado por 'The Sun', Pleasted, de 77 años, ofreció un trabajo a Bradley en una tienda en 2014, cuando el niño tenía apenas 12 años. Aunque en un principio Sands no desconfió de su vecino, el pequeño dejó el trabajo poco después. Semanas después su madre se enteró de que Pleasted había sido acusado de abusar sexualmente de dos niños. Pasados unos meses, su hijo le contó que también había abusado de él.

Sands afirma que pidió ayuda a la Policía, pero acabó tomándose la justicia por su mano: se bebió dos botellas de vino -cuenta- y se dirigió a casa de su vecino con un cuchillo y le asestó ocho puñaladas.

Después, Sands se entregó a la Policía y en 2015 fue condenada a tres años y medio de prisión por homicidio por pérdida de control, según recogió entonces la cadena 'BBC'. Durante el juicio, se revelaron los crímenes de Pleasted, que se había cambiado el nombre -originalmente se llamaba Robin Moult- para ocultar su historial de abusos a menores.

De acuerdo con la 'BBC', en los años 90 incluso se le dio un piso en un bloque de propiedad municipal, justo en frente de una escuela de Primaria. Sus antecedentes criminales salieron a la luz tras su asesinato: de acuerdo con la citada cadena, había estado en prisión por abusos de menores cometidos durante tres décadas.

Posteriormente, a principios de 2016, la Justicia aumentó la condena de Sarah Sands a siete años y medio de cárcel, tal y como informó el ente público británico. Tras salir de la cárcel en 2018, es ahora cuando Sands ha revelado por qué cometió el crimen: "No me arrepiento de lo que hice. Yo era una madre desesperada por proteger a mis hijos", ha afirmado.