La creación de un parque de hamacas fue una de las ideas de la exposición "Será una vez... Móstoles 2030", promovida por el Instituto de Transición Rompe el Círculo, para pensar en el futuro de la ciudad e imaginar nuevas maneras de vivir en ella, partiendo de la premisa de que el cambio climático y la crisis del petróleo acabarán con el crecimiento económico.
El proyecto ha sido impulsado por el Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M), ha contado con la colaboración del colectivo Tejiendo Móstoles y ha recibido el apoyo del Ayuntamiento de Móstoles, que cedió el espacio en el parque público. El director del Centro de Arte Dos de Mayo, Manuel Segade, explica que el hamacódromo es un ejemplo del trabajo que se realiza dentro del programa educativo del centro con la participación de la población local.
A partir de las reuniones de un grupo de mujeres que acudía a la cafetería del museo a tejer, el equipo de educación del CA2M decidió comprar una mesa para el colectivo Tejiendo Móstoles, un nombre que "no solo habla de la actividad que desarrollan, sino también del tejido social". De esta forma, el equipo de educación del Centro de Arte Dos de Mayo generó una línea de trabajo sobre el significado de los saberes artesanos y de los trabajos que la gente hace con sus manos, siguiendo las técnicas tradicionales. Antonia González es una ama de casa, de 49 años, que acude a las reuniones de Tejiendo Móstoles en el vestíbulo del museo.
Este colectivo, compuesto por una veintena de personas, en su mayoría amas de casa, ha colaborado en la construcción del hamacódromo, entre otros proyectos sociales. "Frente al estrés en el que vivimos, queremos enseñar a los jóvenes que hay momentos en que tenemos derecho a la pereza, sin tener nada más que la naturaleza al lado", asegura González.
La idea del hamacódromo surgió de una niña pequeña que dijo que le gustaría que hubiese hamacas por la ciudad para poder tumbarse cuando estuviese cansada", indica a Efe Xisela Moure, miembro del Instituto de Transición Rompe el Círculo.
El objetivo era que "una idea que ha nacido del pueblo y que va a ser para el disfrute del pueblo contara con la participación de la gente", subraya. Alrededor de un centenar de personas ha asistido a los talleres, que se han organizado en el CA2M, en centros culturales municipales e institutos de secundaria en los últimos nueve meses para construir hamacas desde los saberes tradicionales, de manera lenta. El próximo 26 de mayo se colgarán las hamacas en un pinar ubicado dentro del Parque Finca Liana, donde se celebrará una verbena, con música y comida, y se podrán descansar en compañía en una siesta popular.
"Las hamacas se van a quedar ahí el tiempo que duren, que esperamos que sea mucho", afirma Moure, quien considera que "si duran poco, es bonito que la gente vea el hamacódromo por lo menos una vez, que se dé cuenta de lo que tiene a su alcance y que el Ayuntamiento ponga todo de su parte para que la gente pueda participar". Hechas con cuerda de tendedero, de cinco milímetros de grosor, un material que puede resistir bien a la intemperie, hay dos tipos de hamacas, "unas que se hacen como tejiendo calceta con los brazos y otras que quedan más bonitas, con puntos de macramé", precisa Moure.
Son de distintos colores y tamaños, unas pequeñas para niños, otras más grandes para adultos y otras colectivas. Estos vecinos de Móstoles recuerdan que Paul Lafargue hablaba en el siglo XIX del derecho a la pereza y reivindican su papel en el siglo XXI, aunque sugieren un nuevo enunciado: "Todo hombre o mujer tiene derecho a soñar que se enamora tumbado en una hamaca".
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