España ya ha vivido episodios extremos de calor sin que ni siquiera haya llegado el verano. Durante estas jornadas de altas temperaturas, hay trabajadores que sufren exposiciones a estrés térmico que supera los niveles críticos, especialmente entre los que realizan trabajo físico, trabajan bajo la radiación solar o se ven afectados por otros factores, como sería trabajar rodeados de hornos.
Es el caso de Javier González, gerente de un obrador en Sevilla, que cuenta a laSexta que se alcanza una temperatura de unos 300 grados. Y si además hace calor fuera, "se nota". "No podemos tener aire acondicionado por el tema de las masas, porque se secarían. Así que tenemos que trabajar con la temperatura exterior y la añadida del horno", explica.
Y no les queda otra que hacer su jornada laboral al completo, independientemente de la temperatura. "Cumplimos nuestras ocho horas, pero hay días que es insufrible", afirma Javier.
Sin embargo, esa sería una opción para las empresas: adaptar los horarios a las condiciones meteorológicas. Mariano Sanz. Sec. Desde la Confederal de Salud Laboral CCOO, su secretario, Mariano Sanz, advierte de que "estamos ante un riesgo excepcional y que desde las empresas se deben tener en cuenta".
Defienden que hay que identificar en qué puestos pueden estar afectados, desarrollar planes de prevención y medidas específicas más allá de adaptar horarios. Estas pasan por adaptar también los uniformes.
En muchos casos, cuando aumentan las temperaturas es muy probable que aumenten índices de siniestralidad laboral. Porque a las altas temperaturas se suma un factor más de riesgo, que cada vez, llegan antes y no estamos preparados. Lo explica Ana Tapias, médico de Salud Laboral del Hospital Gregorio Marañón: "El problema de no tener ese periodo adaptativo aumenta el riesgo de sufrir golpes de calor".
Con fuertes sudoraciones, mareos, desorientación o incluso, la pérdida del conocimiento, porque estos episodios pueden potenciar además futuras enfermedades cardiovasculares.
Por eso es imprescindible prevenir. El año pasado en España, hubo más de 4.700 muertes atribuibles al calor.