La historia de este matrimonio comenzó con un flechazo a primera vista: "Me encantó la primera vez que la había visto", asegura el anciano en una entrevista a 'Wate'. Gilland recuerda a su mujer como una persona fuerte y con un amor incondicional a su familia: "Ella siempre fue hermosa".

El estado de salud de su esposa acabó rápidamente con su vida. El fallecimiento fue uno de los momentos más duros para Gilland que no "se sentía con más ganas de vivir". Pero el anciano decidió que tenía que hacer algo para mejorar y honrar a la vez la memoria de su esposa.

El hombre de 78 años quería cumplir con la promesa que le hizo a su mujer el día de su boda, cuando le aseguró que estaría con ella hasta el final de sus vidas. Gilland descubrió que la mejor manera era acudir diariamente al cementerio de Knoxville, Estados Unidos, para visitar la tumba de su esposa. "Me hace sentir bien. Puedo recordarla mejor aquí“, confiesa el anciano.

A este hombre no le importa el tiempo, haga frío o calor, Gilland pasa diariamente un rato junto a la tumba, recordando los momentos que vivió con ella. "No hago nada más hasta que es la hora de venir aquí. Calculo el tiempo para venir y vengo a sentarse durante una hora, hora y media y vuelvo a casa donde miro televisión. Eso es mi vida".

Durante estos siete años el hombre ha conocido a mucha gente en el campo santo: "Acaban hablando y orando conmigo. Eso me gusta". Gilland no duda que seguirá viniendo diariamente hasta que pueda para continuar el amor que siente hacia su esposa.