En la noche del 27 de abril, Beatriz, madre de las niñas asesinadas de Tenerife, acudió a un cuartel de la Guardia Civil para poner en conocimiento que el padre de sus hijas no las había devuelto a la hora acordada. "No hay ni evidencias, ni indicios ni conocimientos ninguno de que pudiera ser lamentablemente lo que ha sido después", ha señalado María Gámez, directora general de la Guardia Civil.

Sin embargo, todo apunta que las menores ya habían sido asesinadas. Aun así, en este momento la Guardia Civil no pudo hacer nada porque se trataba tan solo de una no entrega de menores acordada. "Lo único que tenemos es la no entrega de un padre a sus hijas, es algo que pasa en muchos casos de parejas separadas aún sin convenido", ha puntualizado Gámez.

Cuando la madre llegó a ese cuartel, se produjeron varias llamadas con Tomás Gimeno. Ella puso el altavoz y fue un agente quien intentó mediar diciéndole que no se metiera en líos, aunque en esos instantes no había conocimiento de un delito. De hecho, Beatriz acabó yéndose sin interponer una denuncia. A las 23:15 horas, una patrullera paró a Gimeno en el puerto.

En ese momento le propusieron para sanción por saltarse el toque de queda, pero no sospecharon de él. Solo le pidieron el DNI y no se comunicó a nadie más. "Se actúa con el conocimiento que hay en ese momento", ha proseguido detallando María Gámez. La directora de la Guardia Civil ha explicado así cómo se actuó durante esa tarde-noche en la que las niñas desaparecieron y fueron asesinadas.

Ha reivindicado que se siguieron todos los protocolos y han insistido en que no había delito conocido. Tampoco denuncia. "La denuncia se produce el día siguiente formalmente", ha añadido Gámez. Ya a partir de ahí es cuando ya se inició más intensamente la búsqueda y los registros en la vivienda del padre de las niñas.