Nuevo capítulo en el caso de las monjas de Belorado este jueves en el que ha llegado a intervenir una patrulla de la Guardia Civil. Los agentes han sido llamados desde el mismo convento de Santa Clara cuando una delegacion enviada desde la Archidiócesis de Burgos pretendía hablar con la exabadesa sor Isabel y esta les ha transmitido que "no eran bien recibidos". Algo que junto a los episodios previos en esta historia se han considerado "gestos de hostilidad" desde la Archidiócesis.
Así lo ha transmitido la misma institución religiosa a través de un comunicado remitido a los medios de comunicación a última hora de la tarde de este jueves. En el mismo escrito la Archidiócesis enfatiza en la "nula intención de la comunidad [revelada] de establecer cualquier diálogo con la persona designada por la Santa Sede y su equipo". Eso sí, mantienen su intención de "tender puentes y de encontrar vías adecuadas" a lo que ya se puede calificar de 'cisma'.
Todo arrancó cuando las conocidas monjas clarisas por sus trufas de chocolate pretendían llevar a cabo la venta de un convento y así poder continuar con su negocio -que no es el único-. Ante la negativa de instancias eclesiásticas superiores decidieron que atrincherarse en el convento burgalés era una solución a su problema.
Sin embargo, los episodios de esta historia se han ido sucediendo dejando a todos boquiabiertos, como cuando el cura-barman salió como portavoz del grupo de sores, con las que ha decidido también atrincherarse. O también como cuando el Padre Rojas, conocido por su pecualiar ideología y su falso cargo de obispo, se postuló a favor de las monjas de Belorado y en contra de Roma. De hecho, tanto al vocal como al falso obispo se les prohibió desde El Vaticano su entrada en el convento haciendo caso omiso.
La Guardia Civil, obligada a intervenir
Los hechos de este jueves se han dado sobre las 14.00 cuando una delegación enviada por el Comisario Pontificio designado por la Santa Sede se personaba en el Monasterio. En concreto, lo han hecho sor Carmen Ruiz, secretaria de la Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu, don Rodrigo Sáiz, apoderado del Comisario Pontifio, y don Carlos Azcona, notario de Tribunal Eclesiástico.
La función de la primera era la de "establecer alguna línea de diálogo e interlocución con las monjas, de modo particular con las más mayores", nmientras que la del segundo sería la de "comunicar las facultades jurídicas que le competen sobre la administración de los monasterios". Finalmente, la misión de Azcona era la de transmitir las notificaciones pertinentes de este Tribunal con respecto a la apertura del proceso canónico correspondiente a la declaración de abandono de la Iglesia católica".
Unas tareas que han contado con la asistencia de "María Rosario Garrido, quien ha cursado los requerimientos oportunos". De hecho, ha sido a esta última a la que se le ha permitido ingresar en el .convento donde se asegura que ha hecho "entrega de los requerimiento pertinentes, tanto civiles como canónicos".
En un primer momento, la delegación, según reza el escrito, han sido "atendidos por sor Belén en el torno y después por sor Sión en el locutorio". Ha sido a través de la monja del torno y tras "pedir una entrevista con la exabadesa sor Isabel" que ésta ha transmitido (...) que, excepto la notaria, los demás 'no eran bien recibidos' en el monasterio y que deberían abandonarlo".
Es entonces cuando las monjas clarisas de Belorado han "requerido la presencia de una patrulla de la Guardia Civil" al ver que Sáiz decide esperar "en el interior (...) haciendo valer el derecho que le asiste comobapoderado del Comisario Pontificio". Una vez que los agentes se encontraban en el lugar se les ha comunicado que se realizarán "'diligencias a prevención' y que después se entrevistarían con las monjas en cuestión. Sin saber nada más, don Rodrigo Sáiz ha abandonado el monasterio "por su propia voluntad".
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