ASESINO CONFESO DE 11 ANCIANOS

Los familiares de las víctimas explican que el celador de Olot les daba consuelo

En la nueva jornada del juicio al celador de Olot, asesino confeso de 11 ancianos entre 2009 y 2010, declara el médico que certificaba la muerte de los ancianos. Los familiares no entienden cómo no se pudo dar cuenta de que su muerte no era de forma natural.

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En la nueva jornada del juicio al celador de Olot, asesino confeso de 11 ancianos entre 2009 y 2010, declara el médico que certificaba las muertes de los ancianos. Los familiares no entienden cómo no se pudo dar cuenta de que su muerte no era de forma natural.

En el juicio, han declarado 13 familiares de las víctimas que confiaban ciegamente en el celador y que se sentían traicionados. Tanto confiaban en él, que a veces no llamaban al médico cuando su familiar agonizaba. Los familiares han expresado que Vila presumía de su experiencia, que daba todo tipo de detalles sobre la muerte de sus parientes y que incluso acudía a los entierros.

"Joan Vila nos dijo que estuviéramos tranquilos, que habían hecho todo lo que habían podido por ella, pero que si no se hubiera muerto hoy se habría muerto otro día, que había mil maneras de morir, y dio todo tipo de detalles", ha explicado Anna D, familiar de una de las víctimas. Anna D. ha mantenido que no sospecharon nada y que incluso antes de irse del geriátrico fueron a darle las gracias a Vila.

Aquel día, Joan Vila se presentó con su madre en el tanatorio y ésta contó a los familiares de la víctima que su hijo "aquel día había llegado muy mal y aturdido", porque la muerte de esta mujer le afectaba especialmente.

En esta jornada del juicio también ha declarado la doctora que certificaba las muertes de los ancianos. Las familias han adelantado que pondrán en duda su procedimiento ya que no entienden como no se pudo dar cuenta de que los ancianos habían sido asesinados.

Las tres últimas víctimas, Sabina Masllorens, Montserrat Guillamet y Paquita Gironés, fallecieron a causa de la ingesta de líquidos corrosivos que las hicieron sufrir mucho y, según la policía, el celador confesó sus crímenes a medida que se vio abrumado por las pruebas.