Nada hacía pensar a Adam Harris Heart y Emily Faith Heart que la travesía con sus hijas, una de tres años y otra de entre seis y siete, entre las ciudades de Belém y Macapá por el río Furo Grande, en la Amazonía brasileña, iba a desembocar en una odisea digna de la factoría Hollywood.

La familia viajaba por Latinoamérica en una furgoneta que habían convertido en su hogar desde 2012, cuando decidieron salir de California y dejar atrás sus vidas. Incluso la más pequeña de sus hijas nació dos años después de su partida en Brasil.

Se califican como "nómadas" y sus andanzas por el continente están plasmadas en su blog "Our open road" (Nuestra carretera abierta), donde aún no han escrito nada sobre la más arriesgada de sus aventuras: la huida del asalto cometido por al menos siete piratas armados.

La familia embarcó su casa rodante en un barco que los iba a llevar hasta Macapá, capital del estado de Amapá, una travesía de poco más de un día en condiciones normales de navegación. Cuando habían recorrido unos 300 kilómetros, llegaron los piratas.

Todos iban con armas largas o cortas y comenzaron a amenazar a todos los allí presentes, según contó en rueda de prensa la comisaria Vanessa Macedo, de la Policía Civil. "La piratería en esta zona es una realidad", añadió.

La familia, como el resto de los pasajeros y la tripulación fueron conducidos a los camarotes, donde permanecieron un largo y estresante rato. Mientras, los piratas robaron las pertenencias y abandonaron la barcaza, pero volvieron para llevarse más cosas.

Se iban y volvían y así varias veces. Ante tal desgaste psicológico, en un momento desesperado en el que pensaron que los piratas habían regresado, la pareja ideó una especie de plancha, saltaron por la borda en medio de la noche con las niñas y decidieron huir hacia la inmensidad de la selva dejando atrás su casa rodante.

El miedo a morir a manos de unos piratas de agua dulce fue más fuerte que el de hacer frente a uno de los hábitats más hostiles y desconocidos del planeta: la Amazonia. Ya en el agua, las siguientes horas las pasaron a la deriva, intentando navegar hasta que alcanzaron la orilla del río.

Y a partir de ahí, la vida salvaje en la selva. "Pasaron todo ese tiempo en la selva comiendo insectos", frutas y "bebiendo agua" del río, detalló la comisaria. En los casi tres días que se escondieron en la selva, pues evitaban estar en la zona de la ribera porque pensaban que era controlada por los piratas, se mudaron de lugar y cruzaron varias veces las márgenes del río, la cual tardaban en recorrer unas tres horas, según declararon a las autoridades.

"Colocaban a las pequeñas encima de la plancha y hacían la travesía, que habría ocurrido unas tres veces", apuntó Macedo, quien agregó que la familia tenía en su poder material de supervivencia que les ayudó a hacer más fácil su estancia en la Amazonia.

Para entonces, la Policía ya había montado un equipo conjunto con otros cuerpos de seguridad para buscarlos, pues cuando llegaron a la embarcación asaltada para comenzar la investigación, la familia ya había desaparecido.

De hecho, el matrimonio "solo buscó socorro en el momento en el que ellos tuvieron certeza de que había presencia policial" y eso solo ocurrió el miércoles, cuando fueron finalmente rescatados en una localidad conocida como Vila Cumuru, más al norte de donde el barco fue asaltado.

Los encontraron en un relativo buen estado de salud. Según el Gobierno regional, las niñas presentaron cierto cuadro febril, deshidratación, picaduras de insectos y algunos síntomas de insolación.