El sospechoso de Monesterio fue el último que habló por teléfono con Manuela la noche de su desaparición. Ella le preguntó dónde estaba, a lo que él respondió que trabajando, "cansado". Ella le preguntó si se podían ver esa noche, pero el declinó la invitación.

Manuela, dejó de contestar y a partir de ahí se perdió su pista. El padre del sospechoso defiende su inocencia: "Él no podría con esa presión porque yo lo conozco, pero si aun así él todavía lo callase y yo me entero, lo denunciaría".

Su hermana asegura que mantenían una relación, él tenía 21 años y ella 42: "Ellos lo mantenían esto como oculto por la diferencia de edad. Se veían un par de veces por semana".


Aunque él parecía querer algo más. "Tenía con ella una obsesión, fue el que entró en la vida de mi hermana", asegura la hermana de Manuela.

Este jueves la familia del sospechoso permanecía atrincherada en su casa, hasta aquí se han acercado sus amigos para mostrarle su apoyo. "Yo sé muy bien que él no ha sido y todo va a salir a la luz y lo que están diciendo de él lo van a pagar", asegura una amiga.

De momento no hay ningún detenido y la Guardia Civil sigue analizando los coches de la familia. Un Seat Inca, perteneciente a su padre, un Peugeot 406 de su madre y un Peugeot 306 que habitualmente conduce el sospechoso. Buscan algún elemento biológico que les aclare dónde está Manuela.