Dos almohadas y dos cubrecolchones ionizados le han costado casi 3.000 euros al cuñado de Manuel, con un 70% de discapacidad.

"Recibió una llamada en la cual le invitaron a participar en una entrevista para enseñare una serie de productos con propiedades médicas y le regalaron una paletilla", cuenta Manuel Enríquez, cuñado del comprador de estos productos.

Asegura que su familiar fue citado en un hotel de Madrid, junto a más personas mayores.

El secreto de estos productos de cama, les contaban, es la turmalina, capaz de eliminar los tóxicos que nos rodean ofreciendo bienestar y mejorando la calidad de vida de los enfermos crónicos.

"Dicen que tienen cargas y que son capaces de neutralizar graduaciones magnéticas que hay en el ambiente", afirma Enríquez.

Convencieron a su cuñado, que pidió un crédito al momento para comprarlos. "Son verdaderos estafadores", añade.

Los fabricantes de estos productos insisten en su fiabilidad. "Muchos científicos abalan que el producto emite aniones y relaja al durmiente", defiende Tomás Zamora, director de Innovación e Investigación del Grupo DELAX.

Pero desde la plataforma Salud sin Bulos denuncian que la turmalina no ha demostrado tener propiedades curativas.

"Una cosa es que uno vaya al campo, se de un paseo, esté al lado de una cascada y se sienta fenomenal y otra cosa es que por dormir con una almohada se le vaya a quitar el estrés", explica la embajadora de Salud sin Bulos, Marian García.

La empresa que organiza las ventas, diferente a la fabricante, sostiene que hay libremercado, que la turmalina cuesta eso y que "siempre hay 14 días para devoluciones".

A Salud sin Bulos les llegan continuamente quejas de intentos de ventas similares. Manuel, que emprenderá acciones legales, asegura que a través de Internet se pueden comprar productos similares infinitamente más baratos.