Las consecuencias sanitarias de la pandemia de la COVID-19 siguen siendo muy notables. No sólo en el número de fallecidos, que no para de crecer, sino en cómo está afectando a otras enfermedades que se han visto relegadas a un segundo plano. Es el caso del cáncer, una de las principales causas de muerte y uno de los problemas sanitarios más importantes alrededor del mundo, que está viendo como el diagnóstico y tratamiento se está retrasando debido a la pandemia.

En España se diagnostican alrededor de 280.000 casos al año, unos 760 casos diarios, y más de 112.000 personas mueren a causa de esta enfermedad, según cifras de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). El cáncer de pulmón (18%), el cáncer colorrectal (9,4%), el cáncer hepático (8,3%), el cáncer de estómago (7,7%) y el cáncer de mama (6,9%) son los más frecuentes en nuestro país. Bien es cierto que con las mejoras preventivas, las campañas de diagnóstico precoz y los avances terapéuticos aumentan la detección de tumores y la mortalidad por cáncer ha experimentado un fuerte descenso en las últimas décadas.

No obstante, con la irrupción de la COVID-19 en todo el mundo y la consecuente saturación sanitaria, se está produciendo un retraso en los diagnósticos que repercute directamente sobre las posibilidades de paliación y supervivencia de los enfermos. El cáncer no se ha parado en tiempos de coronavirus. Así lo alerta la AECC en una carta abierta al Gobierno de España y a la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica.

1 de cada 5 casos de cáncer no se diagnostican por el COVID-19

Aplazamientos en los tratamientos, retrasos en las pruebas, consecuencias del confinamiento y la paralización del país para ganar al COVID-19 están provocando una emergencia en los pacientes con cáncer.

Las secuelas de la pandemia ya se están haciendo notar en esta enfermedad: el número de pacientes de cáncer nuevos disminuyó un 21% durante el confinamiento. Así lo ha avalado el informe de la AECC y otros organismos, analizando los meses de confinamiento y comparándolos con el mismo período de 2019. Esto supone que durante el confinamiento, 1 de cada 5 pacientes no fue diagnosticado o se ha diagnosticado tarde, explica la AECC a laSexta.com.

Únicamente durante la primera ola de la pandemia, los diagnósticos y tratamientos, especialmente el quirúrgico, se vieron disminuidos en un 50%, como señala la Asociación Española de Investigación contra el Cáncer (ASEICA). Este descenso de nuevos diagnósticos y tratamientos durante la primera fase se debe, en la mayoría de los casos, a la suspensión de la actividad asistencial y al miedo de los enfermos a acudir a los saturados centros sanitarios.

La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN) en el informe ‘Las cifras del cáncer en España 2021’, se suman a la alarma de la AECC. El doctor Álvaro Rodríguez-Lescure, presidente de SEOM, argumenta que muchos pacientes se encuentran en un “limbo” debido a los retrasos de los diagnósticos, lo que inevitablemente supone una pérdida de oportunidad de curación para ellos. “Es fundamental garantizar la continuidad de la asistencia, diagnóstico, y tratamiento de las enfermedades graves no-COVID, como es el cáncer, para evitar un exceso de mortalidad por estas enfermedades”, explica Rodríguez-Lescure.

Aumento de posibilidad de muertes

De hecho, el British Medical Journal ha investigado sobre el tiempo en el tratamiento oncológico y ha determinado que únicamente con un mes de retraso en el proceso aumenta el riesgo de morir entre un 6% y un 13%. En algunos casos el porcentaje se eleva, como en el cáncer de mama, donde si la cirugía se demora ocho semanas se incrementa el riesgo de muerte un 17% y, si se retrasa doce semanas, un 26%.

Únicamente un mes de retraso en el proceso aumenta el riesgo de morir entre un 6% y un 13%

Por consiguiente, Rodríguez-Lescure destaca que hay que priorizar la vía telefónica y organizar las pruebas complementarias pertinentes y siguientes revisiones para contrarrestar esta consecuencia de la pandemia. No obstante, esta herramienta es puntual y solo funciona con pacientes estables. Por ello, todas las asociaciones que luchan para investigar y frenar esta enfermedad han solicitado a las autoridades que pongan en marcha medidas que eviten la suspensión de la actividad diagnóstica, terapéutica y asistencial en las siguientes olas de la pandemia.

Depresión y ansiedad, las otras consecuencias de los pacientes oncológicos

Además de los retrasos en los diagnósticos y tratamientos en el cáncer que elevan la mortalidad, la pandemia ocasionada por la COVID-19 ha dejado otras secuelas en los pacientes oncológicos. La AECC ha presentado un informe que relaciona los trastornos psicológicos derivados del confinamiento, donde revela que más del 34% de los enfermos de cáncer han sufrido o sufren depresión por esta causa.

Dicho informe también expone que las personas con cáncer se muestran bastante más preocupadas (67%) por la pandemia que la población española general (58.9%). Esto se debe a las posibles complicaciones de inmunodepresión, ocasionadas por contagio de COVID, cuando se encuentran en tratamiento o la propia incapacidad sanitaria para brindarles una atención y tratamiento adecuado a su enfermedad.