La madre de Garbiñe murió en 2011, cuatro meses después de que le diagnosticaran un mesotelioma maligno, un tipo de cáncer propio de las personas que están en contacto con amianto.
"Mi padre, semanalmente, llevaba los buzos a casa, cosa que mi madre le lavaba todos los fines de semana y se supone que al sacudir las prendas durante esos 20 años, en algún momento lo inhaló", explica Garbiñe, hija de la fallecida. Su padre trabajó, durante 21 años, en una empresa siderurgica de Bergara, en Guipuzkoa.
La sentencia que condena a la compañía a pagar 71.000 euros a Garbiñe, como indemnización, reza: "Padeció una sobreexposición incontrolada y continua a fibras de amianto durante 21 años, exposición que se hace extensible a su mujer quien se ocupó de la limpieza de la ropa y planchado. Prendas impregnadas de polvo de amianto".
"Estaban obligados a poner a sus empleados lavadoras o un servicio de limpieza para que no tuvieran que sacar la ropa", explica Garbiñe. La empresa Arcelor Mitall, que ha sido condenada, dice que no va a pronunciarse sobre el caso.
También Ricardo, en Ferrol, tuvo contacto directo con el amianto. Desde los 14 años estuvo soldando barcos de vapor. Hace 8 días le operaron de un cáncer en el cuello que podría ser consecuencia, dice, de manipular este mineral. Desde la asociación a la que pertenece, piden responsabilidades.
De momento, los afectados ya han conseguido que se les reconozca como enfermos profesionales. Su siguiente batalla es lograr un fondo estatal de compensación para las víctimas, como ya existe en otros países de Europa.
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