La gran mayoría de inmigrantes que han pasado a Melilla se hacinan en el CETI, un lugar de teórica estancia temporal donde algunos llegan a estar años. El centro está desbordado. 1.500 personas duermen allí cuando sólo tiene sitio para 500. Sin embargo, es el destino ansiado por todos los que huyen del Gurugú, el auténtico infierno. 

Uno de los inmigrantes que se encuentra allí gana dinero limpiando coches, parte de lo que obtiene lo envía a su familia, en Guinea Conacri. Para evitar ser identificado, no quiere dar la cara, no quiere que en su país sepan lo que hace. Es ingeniero de caminos y se tiene que ganar así la vida. 

Durante un periodo de tres años estuvo viviendo en el monte Gurugú y las heridas que allí se hizo han tardado mucho tiempo en cicatrizar. Ahora está contento, se encuentra más cerca de alcanzar su sueño. 

Todos sus compañeros quieren trabajar duro para conseguir una vida mejor, así lo afirma Mariló Navarro, trabajadora social del Centro de Estancia Temporal de Melilla, que destaca que tienen "unas ganas tremendas de aprender español, de entrar a clase, hacer actividades y colaborar en todo". 

Navarro explica que aunque nunca haya visto a tanta gente allí, entre todos consiguen que la vida sea digna, "nadie duerme en el suelo, todo el mundo come, todos tienen su ropa y su lugar par asearse".