Su historia comenzó como otras muchas. Se llama Carla y acababa de cumplir 13 años. Eran amigos, iban juntos al colegio y un mes de mayo comenzaron a salir. Él también tenía 13 años. Sus primeros besos… su primer amor. Pero con el verano llegaron las preguntas. ¿A dónde vas? ¿Llevas ese vestido a la piscina? ¿Van chicos? Preguntas inocentes, hechas para protegerla. "Se preocupaba por mí, decía que no quería que los demás pensaran que era una guarra", cuenta a laSexta.com. Siempre cuidador, siempre caballero, siempre preocupado. Siempre inseguro, siempre controlador.

"Si el problema va a ser un vestido, no pasa nada, yo me cambio y así no hay problema", pensaba Carla. Con la llegada del nuevo curso el control aumentó. "¿Por qué hablas con esos chicos?", "¿No ves que se ríen de tí?". Y más insultos. Un escalón más en sus enfados. Eran situaciones que se repetían. Y ella empezó a cambiar. Él lo era todo para Carla. Y ella empezó a dejar de ser ella "para evitar conflictos". "Me alejé de mis amigas porque él decía que pasaba más tiempo con ellas que con él".

El control también llegó a sus redes sociales. "No me dejaba subir fotos de espalda, en las que se me viera el culo", relata Carla sobre su Instagram. "Todo me lo vendía como 'yo sé cómo piensan los chicos y si subes una foto así te van a mirar el culo', y yo le creía. En Educación Física me pedía que me pusiera una sudadera tapándome el culo, me decía que luego en los vestuarios los chicos lo hablaban", explica. Y de nuevo el qué dirán, pensarán mal de ti, y "yo sólo lo hago para protegerte". "Cambié mi forma de actuar", reconoce. "Y cuando una amiga intentaba advertirme de que eso no estaba bien, entonces él empezaba a crear rumores y situaciones para que desconfiara de ella", añade. Y al final, el aislamiento.

"Recuerdo verme sola", confiesa, "sola con él". "Yo al final ya no sabía en quién confiar, solo confiaba en él. ¿Cómo vas a desconfiar de tu pareja cuando lo es todo para ti, cuando es la persona que debe estar a tu lado, la que tiene que cuidarte?", se pregunta en voz alta.

"Era mi primer amor. Nadie me había dicho nunca cómo tenían que ser las cosas", asegura ahora desde la 'madurez' de sus 20 años. Pero entonces con 13 años todo era nuevo. Y la violencia escaló otro nivel. De la manipulación psicológica se llegó a la violencia sexual.

Cuando conseguí dejar de llorar, me dijo: 'Ahora que ya estás bien me lo vas a hacer'.

Carla, víctima de violencia machista a los 13 años

Carla lo cuenta de carrerilla, como la escena de una película, como algo vivido desde fuera. No es la primera vez que lo hace. "Recuerdo un episodio concreto en su casa. Teníamos que hacer un trabajo para clase. Estaban sus padres, pero él siempre ponía algo en la puerta, un mueble pequeño creo, para que si intentaban entrar tardaran un poco", comienza. "Llevaba ya tiempo insistiendo en que le masturbara y ese día volvió a pedírmelo. Yo no quería, le dije que no. No me parecía adecuado en su casa. Insistió. Siguió insistiendo. Empecé a llorar. Me metí debajo de una mesa, intentando alejarme de él. Me dio ansiedad, me costaba coger aire. Él me tranquilizó, esperó a que me calmara. Cuando conseguí dejar de llorar, me dijo: 'Ahora que ya estás bien me lo vas a hacer'. Y yo le hice una paja".

De nuevo la vergüenza… y el miedo. "Me daba miedo lo que podía pasar después", justifica. Pero no tiene que justificar nada. Tenía 13 años. Estaba comenzando a experimentar con la sexualidad y aunque hubiera adultos cerca no se le pasó por la cabeza recurrir a ellos. "¡Cómo iba a salir de la habitación y decir a sus padres que su hijo, mi novio, me estaba obligando a hacerle una paja!", explica Carla. Al contrario, disimuló y puso buena cara, se esforzó más que nunca para que nadie notara nada. Y no fue la única vez. La misma escena, con matices, se repitió en más ocasiones. Y al final, hacer algo que no quieres hacer. "Sientes que lo tienes que hacer por el hecho de ser pareja y eso no puede ser", explica ahora, tras 'aprender' que esas obligaciones a las que la sometía su novio eran maltrato.

En ese punto Carla ya era consciente de que algo no estaba bien, pero no lograba identificarlo. "Lloraba, sabía que me hacía sentir mal, que me insultaba, me amenazaba… ya no me sentía segura", cuenta. "Mordiscos, alguna patada o empujón, escupitajos… Me apretaba muy fuerte en los brazos o en las piernas hasta que me dejaba moretones", es la lista de agresiones que recita Carla en diferentes y variados episodios. Todo con un objetivo común: la sumisión de la víctima.

"Intenté dejarle pero entonces él volvía a la 'luna de miel'. Arrepentimiento, regalos, palabras bonitas… todo volvía a ir bien. Y yo seguía. Le quería", rememora. "Aunque te destruya vuelves con él", admite Carla, que explica que esto era, en parte, "por la baja autoestima" que él le había dejado.

Y un día... todo cambió

Pero un día algo cambió. Una chica joven hablaba en la tele. Contaba una historia que le resultaba muy familiar. Control, manipulación psicológica, aislamiento, amenazas…. Era Marina Marroquí contando su historia de malos tratos, de violencia machista. Violencia de género desde los 15 hasta los 19 años. Una voz con la que Carla logró identificarse. Era el programa 'El machismo mata', de Salvados, emitido en 2016. En ese momento Carla logró ponerle nombre a lo que estaba viviendo. Algo hizo 'click' en su cabeza. Y se reconoció en la historia de Marina. "Esto que cuenta me pasa a mí", pensó. "¿Pero esto es más de mayores, no?". De repente su cabeza era un lío de emociones y preguntas. Sí, la violencia de género también podía afectar a una niña de 13 años.

Ya no podía apartar ese pensamiento, porque si tenía nombre también podía tener solución. Esa noche no logró dormir y al día siguiente se lo contó a una amiga. "Lo de esta chica me pasa a mí", le dijo. "Ese mismo día en la hora del patio llamé a mi tío. Era el cumpleaños de mi madre y no quería estropearle el día", cuenta Carla poniendo de nuevo a los demás por delante de ella.

Pero su tío, policía, fue claro: "Decir esto y pedir ayuda es el mejor regalo que le puedes hacer a tu madre". Él avisó a los padres de Carla. "Me vinieron a buscar al colegio y fuimos a una comisaría para contarlo y saber si lo que me pasaba era grave. Me mandaron volver al día siguiente para formalizar la denuncia", resume.

Tras la denuncia expulsaron a su maltratador del centro temporalmente. Luego volvió. Cambiaron sus horarios de entrada y salida para que no coincidieran. "Pero el saber que estaba en el mismo centro que yo me generaba ansiedad. ¿Y si iba al baño y me lo encontraba?", se preguntaba. Y llegó el juicio paralelo. "Seguíamos teniendo amigos en común. Y se creaban bandos de gente que me creía y otros que no. Me sentía juzgada. El colegio fue un suplicio", recuerda.

El proceso judicial fue largo y duro. Se sintió cuestionada y muy expuesta. Recuerda que le preguntaban: "¿Qué es lo que quieres conseguir?" Y ella sólo pensaba: "Enseñarle a amar, por favor". No quería que volviera a tratar a una chica como la había tratado a ella. Finalmente él fue condenado a un tiempo en libertad vigilada y varias sesiones de terapia. Carla 'ganó' el juicio pero ¿las consecuencias para su maltratador fueron determinantes? Ella cree que no. "No sé si le enseñaron a querer", confiesa.

Ahora, casi seis años después, Carla está convencida de que si no hubiera sido por la voz de Marina Marroquí en Salvados no habría salido de esa espiral de violencia. "La violencia de género era algo que asociaba a mujeres casadas, con hijos. Y no es así, puede afectar a todas las edades", dice Carla. "He trabajado mucho para poder contarlo sin derrumbarme", añade.

Me emociona mucho que con 15 años saliera de ello. Yo lo hice con 19 años

Marina Marroquí, superviviente de violencia de género

Marina sigue contando su historia, trabajando con menores. Educando, compartiendo y sensibilizando para acabar con la violencia de género y erradicar la culpa y la vergüenza de las víctimas.

Cuando se entera de la historia de Carla la recibe con emoción. "Me emociona mucho que con 15 años saliera de ello. Yo lo hice con 19 años y si mi voz le ayudó a liberarse cuatro años antes, me genera mucho orgullo. Me anima a seguir alzando la voz. Y me reafirma en que merece la pena", explica en conversación con laSexta.com.

El programa de Salvados supuso un antes y un después para muchas personas. "A día de hoy me siguen llegando mensajes así, el taller ha pasado por más de 100.000 chicos y chicas. En cada taller al que voy me encuentro con muchas chicas que se sienten identificadas con mi historia", cuenta, y resume todo en una simple frase: "Merece la pena". "Yo recuerdo que se emitió en domingo y al día siguiente tenía mails de más de 900 mujeres a las que les había pasado lo mismo. Y en cada sitio que voy lo siguen recordando", relata.

Pero el trabajo que queda por delante es mucho. "Sigue sin haber una asignatura de educación sexual, o gabinetes específicos en los institutos", critica Marroquí. Sin embargo, cree que es importante destacar que "la adolescencia no tiene la culpa. Está pagando las consecuencias de una sociedad machista que aún no ha sabido poner freno a estas violencias".

La historia de violencia de género de Carla duró casi dos años, de los 13 a los 15. Ahora, a sus 20 años está estudiando un Grado Superior en Integración Social. Su vocación es ayudar a los demás.

Carla, Marina y otras muchas alzan su voz cada día por aquellas que no pueden hacerlo. Por las que viven protegidas y por las que un día, ojalá cercano, encuentren un nuevo camino. Un camino en el que su felicidad esté por delante de todo.