Lo que ahora llamamos la España "vaciada" se ha ido deconstruyendo a lo largo de muchos años. Desde las grandes emigraciones de los años 50-70 del siglo XX, e incluso antes, no ha cesado el éxodo de la población rural a las grandes ciudades en busca, sobre todo, de trabajo.

Hoy día ese tránsito sigue existiendo, y las demandas de los colectivos han alzado la voz y se han manifestado en Madrid para exigir inversiones que frenen la despoblación. Pero el flujo es mucho menor. España se encuentra ahora en un momento de menor migración interna. En el último año Madrid y Barcelona ya no resultan tan "atractivas": en 2018, la provincia de Barcelona perdió población neta en lo que a migraciones interiores se refieren con respecto al año anterior. En 2018 llegaron de otras provincias a Barcelona 37 744 habitantes, pero se fueron otros 43 444. En total son 7 712 personas menos en la provincia catalana de mayor población, que se fueron o se quedaron sobre todo en el resto de provincias catalanas.

En Madrid el fenómeno es similar. Aunque el saldo es positivo (7 307 habitantes más), y de hecho es la provincia con mayor migración interna neta de todas España, hay un descenso de 8 792 personas con respecto al 2017. Son los últimos datos de la Estadística de Migraciones del Instituto Nacional de Estadística (INE).

En total, 32 provincias pierden población interna, como se puede apreciar en el mapa inferior en colores más claros. Además de Barcelona, la provincia más vaciada ha sido Jaén, que ha perdido más de 30 mil habitantes internos desde hace diez años, seguida de Ciudad Real, Córdoba o Cáceres.

Algunas de estas provincias corrigen este dato negativo y en realidad han aumentado su población, pero solo gracias a la inmigración de origen extranjero. Es el caso de Barcelona, que a 1 de enero de 2019 tuvo XX más habitantes. Pero no es el caso de Jaén, una provincia que sufre una sangría poblacional desde hace siete años.

El flujo de migración entre provincias es cada vez menor en los momentos de pujanza económica. Madrid y Barcelona reciben menos migrantes de otras provincias, pero esto no evita que la España vaciada no cese en su declive

Un periodo de bajos intercambios

La agonía constante de la España vaciada es continua, pero más lenta, según explica Joaquín Recaño, investigador del Centro de Estudios Demográficos (CED) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Recaño esboza dos principales razones: en primer lugar, la mejora económica retiene al migrante, que "antes de moverse intenta encontrar trabajo en su lugar de origen"; por otro lado, la caída de la natalidad hace que haya "un reservorio de migrantes jóvenes menor".

Menos candidatos y "mayores oportunidades locales" nos llevan hacia unos "años migratorios pequeños", en los que el alza del precio de la vivienda en las grandes ciudades "es determinante" y también frena el ánimo por desplazarse.

El corredor mediterráneo y el turismo, receptores de población

Las provincias que sí han recibido población interna son Madrid, Baleares, Málaga, Zaragoza, Tarragona o Valencia. Javier, malagueño, es una de las que 16 844 personas que eligieron en 2017 como destino esa provincia. Fue a Madrid a estudiar, pero a la hora de encontrar prácticas decidió volver, ya que no encontró una empresa que remunerara las prácticas de sus estudios. Así que vivir fuera y sin cobrar nada suponía un gasto extra que no podía permitirse en una ciudad en la que el precio del alquiler se encontraba ya en un ascenso imparable. Volvió a Málaga en 2017, y allí consiguió unas prácticas remuneradas y un empleo del que no se moverá de momento: "Siempre tengo un ojo en el mercado para ver si salen nuevas ofertas, pero ahora mismo estoy contento con el trabajo".

La actividad de Javier no tiene nada que ver con el turismo, la gallina que sigue dando los huevos de oro de la actividad económica. La reactivación del sector turístico, apunta Joaquín Recaño, es uno de los principales retenedores de población. De ahí que veamos en el mapa los datos tan buenos de Málaga, Baleares, Canarias y la Comunidad Valenciana. Pero también están reteniendo población otras zonas de España: "Aparte de Cataluña, que tiene sus propios flujos, todo el eje Mediterráneo, Valle del Ebro, Navarra, La Rioja, Aragón (excepto Teruel) y Madrid son el eje económico más importante", explica el investigador del CED, que aun así, matiza que "las cantidades implicadas son pequeñas y tienden a cero".

Esto no quiere decir que el despoblamiento se esté frenando, según Recaño, ya que este fenómeno "no tiene solución". Solo lo salva la inmigración extranjera, pero no de forma definitiva, pues "los inmigrantes igual que llegan, se van", lamenta.

Los últimos datos de población que actualizó el INE esta semana reflejan que España aumentó en 276.186 personas durante 2018 y ya tiene 46.934.632 habitantes a 1 de enero de 2019. Con una natalidad que sigue en caída y en su valor más bajo desde 2002. quien sigue empujando ese aumento es la inmigración extranjera. España tiene 333.672 inmigrantes extranjeros más, pero esto no frena la sangría de la España vaciada. En 2018 la población creció en 13 comunidades autónomas, sobre todo Baleares (1,79%), Comunidad de Madrid (1,39%) y Canarias (1,39%). Al contrario, los descensos de población más acusados se dieron en Principado de Asturias (–0,52%), Extremadura (–0,47%) y Castilla y León (–0,43%).

Y aunque menor, el intercambio se da entre todas las provincias: prácticamente a todas llegaron nuevos habitantes en 2018 de alguna otra. Teruel, Zamora, Ceuta y Melilla son las únicas que no recibieron vecinos o vecinas de todas las provincias. Consulta en este listado de dónde vinieron tus nuevos vecinos.