El Tribunal Supremo (TS) ha confirmado la condena a cuatro años de prisión a un recluso del centro penitenciario de 'El Acebuche' que pidió a su novia que introdujera droga en la prisión para poder trapichear con ella. La pareja, de 56 años, ha sido también condenada pero, en su caso, se le aplicó la atenuante de anomalía psíquica ya que padece un "retraso mental leve".
En su sentencia, consultada, el Alto Tribunal no admite el recurso de casación del acusado, ya que no considera "en modo alguno creíble" la versión de que la droga era para autoconsumo, dada "la variedad de sustancias, la cantidad" y que el tratamiento con metadona ya le estaba siendo suministrado por el propio centro penitenciario.
El Supremo desestima que pueda aplicarse la atenuante de toxicomanía ya que pese a contar con el historial de consumo de tóxicos y estupefacientes "no consta que la toxicomanía del acusado, su dependencia a las drogas o su más o menos habitual consumo de drogas haya afectado a sus capacidades intelectivas y volitivas".
Los hechos se remontan a febrero de 2014 cuando F.V.G. estaba cumpliendo condena en el centro penitenciario de 'El Acebuche' y pidió a su novia, Y.B.G., que introdujera en la prisión metadona, hachís y alprazolan para su posterior distribución y venta a los internos de aquella institución.
Y.B.G. aceptó y acudió a 'El Acebuche' a visitarle "portando oculta bajo sus ropas" un trozo de hachís, 59 comprimidos de alprazolan y seis comprimidos de metadona, sustancias que le fueron intervenidas en el registro que se hizo a la misma por parte de la funcionaria "pues aun cuando inicialmente se negó a tal cacheo, finalmente aceptó se realizase en dependencias de la Guardia Civil".
En el acto de juicio, la acusada aseguró que no quería llevar la droga, que hubiese alcanzado en el mercado negro un valor estimado en 267,44 euros, pero que "como vio a su pareja muy mal, decidió hacerlo". "Aunque no fue tajante, y en un primer momento, aseguró que F.V.G. no se lo pidió, posteriormente admitió que se lo pidió, que por eso se lo llevó, y sostuvo que se lo había pedido tantas veces que ella decidió castigarle y estuvo tres meses sin ir a verle".
Por su parte, el acusado, de 43 años, mantuvo en la vista oral, al igual que en instrucción, que solo solicitó a su compañera que le llevase tranquimazin "para unos ataques epilépticos que sostiene que sufría" porque en el centro no le daban su medicación y que "desconocía" que portaba las demás sustancias.
El tribunal concluyó, así, que ambos se concertaron para introducir la droga a la vista del reconocimiento que hicieron "aunque con reticencias", lo que unido a la aprehensión física de las drogas "determina de forma indubitada la realidad de los hechos declarados probados". Al margen de las penas privativas de libertad, la sentencia les impuso el pago de sendas multas de 500 euros.
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