En el entorno del vertedero de Zaldibarla imagen no es la habitual. Dicen los vecinos que en un fin de semana con buen tiempo la zona estaría llena de gente paseando. "Normalmente está lleno de coches", asegura un hombre.
Incluso a algunos vecinos, como a Agustín, el Gobierno vasco les ha aconsejado desalojar sus viviendas durante unos días. "No nos dejan entrar en casa por las noches", explica.
A otros vecinos les recomiendan que no coman los productos de sus huertas. "Los han mandado a analizar y ahora hay que saber lo resultados", cuenta una mujer.
Varios técnicos han estado realizando un muestreo de agua en la zona y mientras los vecinos siguen preocupados. "Noto, a veces, que no puedo respirar", destaca una mujer.
En un captador de alto volumen de aire es donde se han hecho las últimas mediciones. "Se recogen las dioxinas y furanos y a las 00.00 horas un compañero lo retirará, esas son las muestras que estamos enviando a Madrid", sostiene Saioa Ferro, responsable del servicio del aire del Gobierno vasco.
Fue ahí donde se detectaron niveles de elementos tóxicos hasta 50 veces superiores a lo habitual. "En la zona entre Eibar y Ermua se nota mucho más a la hora de respirar", indica una vecina.
Aunque según el Gobierno vasco el riesgo para la salud es bajo, mantiene las recomendaciones de no hacer deporte al aire libre, ni abrir las ventanas en casa para ventilar. "Abres las ventanas y huele a humo", sostiene un vecino.
Humo que sigue saliendo del vertedero que, según publica El Correo, podría haberse construido con alguna irregularidad. En su origen, la empresa constructora contrató a una ingeniería para diseñar el proyecto, que contaba con un análisis de impacto ambiental. Pero fue otra ingeniería diferente la que acabó construyéndolo, modificando prácticamente el proyecto inicial y sin renovar la declaración de impacto ambiental.
Una situación cada vez más común en Galicia
Más alojamientos turísticos que vecinos: la masificación transforma Sanxenxo, Barreiros y Portomarín
Pueblos desbordados El fenómeno de las viviendas turísticas ha cambiado el panorama en muchas ciudades españolas. En algunos lugares como Galicia, la concentración llega al extremo, provocando división en distintos pueblos.