La desventaja de los agentes contra el narcotráfico es evidente. La Guardia Civil no es la única que tiene sistemas de vigilancia. Los narcos han conseguido hacerse con radares e incluso con cámaras térmicas para controlar por dónde están los agentes. Una tecnología por la que pagan auténticas fortunas.
Los agentes utilizan los centro de mando y control para detectar las embarcaciones de los narcos. Así centralizan las señales de los sensores de su sistema SIVE, un sistema integral de vigilancia exterior que recopila las señales de sus sensores fijos y móviles. La Guardia Civil intenta truncar los planes de los narcotraficantes con radares que detectan lanchas a más de 10 kilómetros o cámaras de infrarrojos.
Pero los narcotraficantes también contratacan con su propia tecnología. Tienen su propio radar y cámara térmica de origen militar, que la policía localizó en un ático de Chipiona. Con él, los traficantes controlaban los buques y las aeronaves de las fuerzas de seguridad. Desde el interior del piso vigilaban cómodamente y durante las 24 horas del día los movimientos de los agentes a través de estas pantallas de ordenador.
Tenían otras herramientas, como una antena que Policía y Guardia Civil localizaron en una vivienda de la Línea de la Concepción. La utilizaban para dar la cobertura a los walkie talkies que usaban los narcos.
Así evitaban que los agentes que les seguían la pista interviniesen sus teléfonos móviles. Lograron ponerlo en marcha con un complejo sistema de cableado y personal técnico muy cualificado, contratado por los traficantes, se encargaba de recomendarles itinerarios gracias a la información que recibían de un sensor ubicado en la parte de arriba de esta otra vivienda cercana. De nada les sirvió este ingenio, pues en todos estos casos fueron finalmente detenidos.