Diferentes opiniones al respecto

La abolición de la prostitución, a debate: "Me convertí en un objeto sexual por 150 euros la hora"

El contexto Mientras los españoles siguen pagando por tener sexo, el Gobierno prevé presentar un anteproyecto de ley para abolir la prostitución.

Víctima de explotación sexual
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¿Está a favor o en contra de abolir la prostitución? Es una de las preguntas más complejas de un debate social histórico. Las opiniones son muy dispares, y hay quienes incluso entran en contradicción, diciendo que están "a favor" de su erradicación, pero reconociendo, al mismo tiempo, que la han "consumido alguna vez".

La abolición de la prostitución ha vuelto al tablero político de la actualidad después de que la ministra Ana Redondo dijese que estaba trabajando en un anteproyecto de ley para abolirla definitivamente. Lo cierto es que, de momento, no ha llegado, pero está previsto que lo haga durante este mes o los próximos.

Pamela, prostituta desde hace dos años, está en contra de su prohibición. "Soy psicóloga de profesión, puta de oficio y activista de convicción", expresa la mujer, quien defiende que "existen las trabajadores sexuales voluntarias e independientes", y que, en su caso, su cuerpo es su "medio de producción".

De esta forma, Pamela afirma que ejerce la prostitución de manera libre. Sin embargo, las asociaciones que abogan por su prohibición ponen en duda ese discurso: "Ante ese argumento quizás de una prostitución libre, la violencia detrás es igual; es la vulneración de los derechos humanos", manifiesta Kiersti Watt, coordinadora Nacional de Amar Dragoste.

Por su parte, Elisa, nombre ficticio para proteger su identidad, también accedió de manera voluntaria, pero terminó siendo víctima de explotación sexual: "Acababa de cumplir 18 años, así que mi perfil se vendía como de una niña; me dijeron que debía tener un perfil infantil, y yo no hablaba con los hombres, sino que me los encontraba directamente en la habitación", recuerda, a lo que añade: "Yo ya no era una persona, sino que me convertí en un objeto sexual por 150 euros la hora, y me podían hacer de todo".

Quienes optan por regularizarla, alegan prestar un servicio más de entrenamiento para adultos. "Nuestros clientes son las personas más normales; es el papá, el tío, el hermano...", señala Pamela, mientras que quienes la quieren erradicar ponen el foco precisamente en el cliente. "A día de hoy, hombres a través de un billete pueden comprar el consentimiento de una mujer", denuncia Kiersti Watt.

Y mientras unos piden que se les escuche para redactar la ley, como Luna White, activista por los derechos de los trabajadores sexuales, otros exigen garantías y determinación.

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