El 11 de Marzo de 2004, Francisco Javier, hijo de Amparo, subió al tren en Santa Eugenia. "Le cogió allí en Atocha, en la calle Tellez", recuerda su madre 15 años después de la tragedia. Francisco Javier fue una de las víctimas mortales del atentado. Ahora, su madre pide que la sociedad les siga recordando.

"Hay personas que me han llegado a decir que ya no tengo que hablar de ello, que eso ya se ha pasado, y eso es una puñalada trapera", afirma Amparo. Como ella, muchos reclaman que aún siguen necesitando apoyo. "Vamos a seguir reivindicando nuestras ayudas a las administraciones", ha señalado Eulogio Paz, presidente de la Asociación de Afectados del 11-M.

El hijo de Eduardo, herido en la Estación del Pozo continúa con secuelas físicas. "Los oídos los perdió", cuenta Eduardo. Pero también tiene secuelas psicológicas: "Montar en el tren es una de las cosas que no ha superado". Dice que el tiempo va sanando una herida que nunca cerrará por completo.

"Los recuerdos no se superan", sentencia Eduardo. Aquel 11-M fue el día del horror y la incertidumbre. José Manuel estuvo buscando a su sobrino durante todo el día: "Apareció en Gregorio Marañón". Hoy, los servicios de emergencias agradecen la colaboración ciudadana, que, aseguran, llegó a salvar vidas.

José Luis, enfermero, estaba aquel día de guardia y fue uno de los primeros en llegar a la Estación del Pozo. 15 años después reconoce que después del 11-M "el servicio de emergencias y hospitales tuvieron que hacer una gran reflexión sobre aspectos a mejorar".

El caos vivido sirvió para optimizar los protocolos de actuación. "Ahora estamos preparados, como antes, a lo mejor, no lo estábamos". Así, afirman que 15 años después hay una absoluta coordinación.