La idea nació en Asturias y de ahí se extendió como la pólvora. Esas energías contagiaron a 300 asociaciones de mujeres de sur.
Al norte del país, protestan contra un proyecto de ley que las ha dejado al margen a pesar de ser ellas las principales afectadas. Un proyecto de ley que en el mejor de los casos las trata como menores de edad y en el peor como delincuentes.
Pero sobre todo un proyecto que puede poner en riesgo la vida de miles de mujeres. Unirse no solo les da más fuerza, amplifica su mensaje. Porque de ello depende que sus derechos no queden confinados a solo un par de supuestos.