La semana se le ha hecho larga tanto al presidente de la Junta deCastilla y León, el popular Alfonso Fernández Mañueco, como a su vicepresidente, el líder de extrema derecha Juan García-Gallardo. El polémico protocolo fantasma antiabortista que anunció Gallardo, que no fue desmentido en las primeras horas por el Ejecutivo regional, se ha convertido en una disputa nacional que ha llegado a poner en peligro las relaciones entre ambos socios del Ejecutivo.
"Si no se cumple, evidentemente tendremos que revisar ese acuerdo y revisar la opción de seguir o no en el Gobierno", advirtió el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, el martes, en la amenaza más clara de ruptura.
Sin embargo, y a pesar de que Mañueco y Gallardo prácticamente no se hablen, la estabilidad del Ejecutivo está garantizada. Ni a unos ni a otros les conviene la ruptura, coinciden los expertos.
"Es el único Gobierno donde Vox está, de facto, dentro del Ejecutivo. A las puertas de unas elecciones autonómicas y generales, el hecho de tener una tribuna es muy importante para los partidos", defiende la politóloga y periodista Estefanía Molina.
En ese punto coincide el politólogo Pablo Simón: "Cuando te vas del Gobierno por un desacuerdo, el problema es que se puede hacer una lectura: que Vox no sirve para asegurar gobiernos de coalición en los que se impide un Ejecutivo de la izquierda".
Los de Vox solo podrían beneficiarse, sostiene Simón, "si Vox consiguiera que el PP le expulsara del Gobierno". Esto convertiría a la extrema derecha en víctima, lo que se traduciría en un nuevo argumento electoral. Algo que los populares, a priori, descartan. Porque si bien esto significaría un gobierno en solitario, las cuentas no saldrían. "Podría obligar eventualmente al PP a buscar el apoyo de las fuerzas de izquierda, lo que sería una forma de avalar al PSOE", defiende Molina.
La conclusión es que pese a todas sus contradicciones, las posibilidades del divorcio son bajas. "Vox no tiene incentivos reales para romper el Gobierno. Tiene mucha capacidad para marcar la agenda", explica Simón. "Su objetivo principal es poner al PP contra las cuerdas", concluye Molina.
Y el principal damnificado en esta pugna con la extrema derecha es el PP que lidera Alberto Núñez Feijóo, a quien no le ha quedado más remedio que pronunciarse. Este asunto, el del aborto, favorece sobre todo a la izquierda, muy sensible con la interrupción voluntaria del embarazo y los derechos de las mujeres.