El COVID persistente es, a efectos legales, una enfermedad común. Miles de los sanitarios afectados sufren una gran incapacidad, y de momento el COVID que padecen no se considera enfermedad profesional. Desde el Consejo General de Enfermería consideran clave que se permita adaptar los puestos de trabajo a los afectados porque sufren cansancio extremo, dolores de cabeza, crisis epilépticas, dificultad respiratoria y un amplísimo abanico de secuelas.

Natalia Ortiz, enfermera del Hospital Infanta Sofía, es ejemplo de ello: dio positivo en COVID-19 a través de una PCR el 21 de abril de 2020, cuando, según recuerda en laSexta, no había material suficiente, como mascarillas o EPI. Pasó 40 días en aislamiento, en los que tuvo "cefaleas intensas, diarreas, conjuntivitis…". Natalia reconoce que en su momento pensó "que todo aquello mejoraría tras salir del aislamiento". Pero no fue así.

Su situación fue a peor. "Notaba que había perdido muchísima memoria, no me concentraba, tenía olvidos continuos, dejaba el fuego puesto en la cocina...", ha detallado. No fueron los únicos síntomas que sufrió: "Dolores articulares que me obligaban a parar, taquicardias, me ahogo al hablar, escribo las palabras desordenadas".

Síntomas que Natalia sigue arrastrando más de un año después de contagiarse y que conoce bien Eugenia Díez, también enfermera: "Somos ancianas atrapadas en el cuerpo de una enfermera de 40 años". Como ellas, se estima que hay otros 11.000 sanitarios afectados, 2.000 de ellos con una gran incapacidad. A pesar de que el Gobierno anunció que serían considerados como enfermedad profesional, de momento se sigue catalogando como enfermedad común.

Así lo ha explicado Eugenia Díez, enfermera del Hospital 12 de Octubre de Madrid, que asegura que "en ningún caso el Instituto Nacional de Salud" les ha reconocido esa enfermedad en términos profesionales de momento. "Todo lo que me pase de aquí hasta que me muera no se considera que es repercusión de esa enfermedad que yo he contraído en el trabajo". Esto les impide volver a su ejercicio laboral. Porque, según recuerdan, trabajan con personas a las que podrían poner en riesgo.