Con grandes dificultades por lo abrupto del terreno y mucho esfuerzo, las excavadoras de la Policía francesa abren paso por tierra al lugar del accidente. Un camino por el que vehículos 4x4 transportan a los investigadores.

Frederic Colas, comandante de la Policía de Barcelonnette explicó: "Primero hicimos un reconocimiento de la zona. Luego hemos puesto ponemos marcadores en los árboles para que los leñadores puedan cortarlos. Ayer todo era bosque."

Tras 45 minutos a pie llegaron hasta la zona cero, donde el trabajo no cesa. Ayudados con picos, palmo a palmo, unas 50 personas hurgan la tierra alpina en busca de piezas que podrían haber quedado enterradas tras el brutal impacto.

"Actualmente estamos buscando la segunda caja negra. Está compuesta de componentes electrónicos y registra todos los parámetros del vuelo y esto es muy importante para la investigación", cuenta Thierry Laforet, teniente coronel de la Policía.

Es una de las prioridades de la investigación, junto con rescatar todos los restos humanos para su posterior análisis en un laboratorio móvil de investigación criminal, donde tampoco descansan. Los investigadores ya han aislado 78 muestras de ADN diferentes que luego se envían a París para realizar los cotejos.

Tras cada intensa jornada un grupo de militares vigila la zona del siniestro durante la noche para que al día siguiente puedan continuar las arduas labores de rescate en el mismo punto donde las dejaron.