Los números no dejan lugar a la duda: Cataluña está partida en dos bloques impermeables. Como en 2015, los independentistas son un poco menos de la mitad de la población, más concretamente un 48%. Los no independentistas, un poco más, casi el 52%.

"Por primera vez en la vida se puso de manifiesto que no hay porosidad y que lo que antes en Cataluña era un ejemplo de convivencia, políticamente somos dos sociedades", afirma Joan López, de Sociedad Civil Catalana.

El independentismo ha hecho una demostración de resistencia y ni la certeza de que ningún país del mundo reconocería la República Catalana, ni la fuga de miles de empresas, ni la acción de la Justicia han conseguido debilitarlo.

De hecho han conseguido 100.000 votos más que en 2015. Como entonces, hay quien asegura que a los Comunes no se les puede incluir en ningún bloque concreto, y que por tanto son clara mayoría. Es el caso de Artur Mas, que afirmaba tras conocer los resultados que "si excluimos a los Comunes hay una diferencia de cuatro puntos y 13 escaños entre bloques".

Mayoría o no, Ciudadanos ha conseguido imponerse a las formaciones independentistas, siendo el claro vencedor en las 10 ciudades más grandes de Cataluña. Es en ese entorno urbano donde se ha fraguado su victoria. Todo lo contrario que el independentismo, invencible en las zonas rurales. Sin embargo, esa victoria no le sirve para gobernar.