La pregunta era esperada. ¿Contempla unas elecciones generales en septiembre el 27 coincidiendo con el anuncio de las catalanas? Lo que no era tan obvio era el suspense de la respuesta del presidente. "Ehhh..."

Hecha la broma, Rajoy se recompone y vuelve a lo previsible. "Entre mis innumerables defectos no está el de hacer cositas a corto plazo. La idea será hacia finales de año las elecciones", apostillaba.

Esto es, poco tiempo de legislatura y mucha prisa para aprobar leyes pendientes, así que la solución de Moncloa pasa por trabajar en verano y dejar a sus señorías sin vacaciones.

Si Rajoy cumple escrupulosamente los cuatro años de legislatura, las elecciones se podrían convocar el 22 de noviembre, lo que significa que las cortes se tienen que disolver en martes y 54 días antes. El  Congreso echaría el cierre el 29 de septiembre, un límite muy justo para sacar adelante las más de 40 leyes que el Gobierno tiene en el cajón.

Hay quien cree que el Gobierno ha empezado a ver las orejas al lobo. "Ahora le entran las prisas porque es evidente que no solamente no va a tener mayoría absoluta sino que es un mensaje al conjunto de la ciudadanía", explica Rafael Mayoral, portavoz de Podemos.

El Congreso ya ha trabajado en julio y agosto otras veces, por ejemplo para la reforma de la Constitución. Eso sí casos extraordinarios. Esta vez sería para que el Gobierno pudiera terminar la legistura con los deberes hechos.