La polémica comparecencia de Netanyahu en la Asamblea General de las Naciones Unidas ha sido recibida con total división. Mientras algunos le dedicaban aplausos y vítores, varias delegaciones abandonaban directamente la sesión antes de que comenzara el discurso del primer ministro israelí.
El presidente de la asamblea ha tratado de calmar los ánimos, pero en señal de protesta, los representantes del Estado de Palestina han abandonado su puesto. También se ha levantado los de Catar y han confirmado su salida de la sesión los miembros de países como Líbano, Siria, Iraq o Turquía.
Pero podrían ser más de una decena de delegaciones las que se han retirado según informan medios que seguían la comparecencia. Porque allí, instantes después, Benjamin Netanyahu atacaba directamente a las Naciones Unidas: hasta en dos ocasiones ha tildado a la ONU de antisemita, criticando la orden de arresto lanzada contra el y su ministro de defensa por presuntos crímenes de guerra .
Netanyahu enfría las esperanzas de un alto el fuego
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha dejado claro este viernes en la Asamblea General de la ONU que no piensa aceptar un alto el fuego en ninguno de los frentes -ni en Gaza ni en Líbano-, pero tendió la mano a Arabia Saudí para un eventual acuerdo de paz y reconocimiento mutuo.
En un tono desafiante, Netanyahu ha expresado que no tenía intención de acudir a la semana de Alto Nivel de la ONU, pero decidió hacerlo "tras escuchar todas las mentiras y calumnias dirigidas contra mi país desde este mismo podio, para dejar las cosas claras", en referencia a todos los llamamientos que decenas de países han hecho estos días para que declare un alto el fuego.
Ni siquiera mencionó las palabras 'tregua' o 'alto el fuego', pero dejó claro que en lo referente a Gaza, "no vamos a descansar hasta traer a los rehenes restantes a casa". Netanyahu, que habló durante 35 minutos, trajo consigo desde Israel a familiares de los rehenes que estuvieron o están en manos de Hamás desde el 7 de octubre, que lo recibieron con una larga ovación desde la tribuna de invitados al entrar en la sala y lo aplaudieron en numerosas ocasiones.
Gran parte de su discurso lo dedicó a alertar sobre la amenaza que Irán supone para su país y para el mundo y aportó -de modo parecido a lo que hizo el año pasado- un 'mapa maldito' donde Irán y sus aliados Siria, Yemen y Líbano traen la guerra a una región y frustran así lo que podría ser un 'mapa bendito' en el que un mundo árabe en paz con Israel sería el puente perfecto entre Europa y Asia.