La ultraderecha chilena se ha desquitado. El Partido Republicano ha conseguido en estas constituyentes lo que no consiguió en las presidenciales de 2021: derrotar a la izquierda, aniquilar el centro y 'sorpasar' a la derecha tradicional (doblándoles en escaños).

El Partido Republicano se sitúa, claramente, como el más votado en Chile (35,5%) . Y tendrá los escaños suficientes, 22, para comandar la reescritura de la Constitución del país, al haber superado los veinte consejeros necesarios para tener poder de veto en el órgano constitucional. En segundo lugar, quedó la lista Unidad Para Chile (28,3% — 17 escaños), integrada por la mayoría de los partidos que integran la coalición oficialista (el Frente Amplio del presidente Gabriel Boric, el Partido Comunista y el Partido Socialista), mientras que la tercera posición fue para la derecha tradicional, aglutinada en 'Chile Seguro' (21,2% — 11 escaños).

"Ha triunfado el sentido común; quienes quieren orden, paz y libertad", asegura José Antonio Kast, líder del Partido Republicano de Chile. Hijo de militante nazi, algo más que nostálgico de la dictadura militar y neoliberal acérrimo en lo económico, no quería tocar la Carta Magna heredada de la resaca de la dictadura militar.

Creado en 2019 como una escisión de la Unidad Democrática Independiente (UDI) y fiel defensor del modelo neoliberal instalado en la Dictadura (1973-1990), el PRC representa algo más que la nostalgia por el sangriento régimen de Augusto Pinochet y su Junta Militar. Comparte, sobre todo, los principios que rigen en la ultraderecha en Europa y que definen al Trumpismoen Estados Unidos o al Bolsonarismoen Brasil, además de apelar a una suerte de autoritarismo similar al que caracteriza a regímenes como el de Vladímir Putin, en Rusia.

Violento viraje pues, de nuevo, el de Chile. Que no hace ni cuatro años estalló en las calles contra las leyes y estructuras heredadas del sanguinario Pinochet y luego aupó a su actual presidente en lo que se antojaba un reverdecer de la izquierda latinoamericana. Pero entre otros errores de gestión, 'se perdió en los matices' de una reforma constitucional muy compleja y —dicen— poco negociada; que apostaba por derechos sociales pero también abría melones como, por ejemplo, el de la plurinacionalidad del estado ...y quizá no supo venderse a la nación entre una campaña masiva de desinformación. Rechazada de plano en un referendum previo.

"Que nunca más el sectarismo se apodere de nuestra patria", claman los ultras vencedores hoy. "Lo importante es que una mayoría diversa se ha comprometido públicamente con construir una nueva Constitución", se aferra el izquierdista presidente Gabriel Boric ante su (nuevo) batacazo sin paliativos.

Aunque todavía no se conocen las propuestas concretas de Kast y los suyos —tienen hasta noviembre para elaborarlas— los chilenos tendrán que volver a las urnas a final de año y elegir entre lo que dejó Pinochet... o los nuevos extremistas de la autoridad y el neoliberalismo salvaje. La decisión se antoja dura.