La imagen se vuelve repetir en Ucrania. Decenas de niños harán su vuelta al colegio en una estación de metro, donde se trasladarán sus clases después de que 1.300 colegios fuesen bombardeados y totalmente destruidos. "Aquí estarán las mesas, la pizarra e incluso habrá wifi", explica una profesora a las cámaras de la ciudad de Járkov.

Allí han empezado a construir aulas subterráneas para proteger a los estudiantes de los misiles, una medida que los padres consideran necesaria para volver a la normalidad. "Los niños no han podido socializar. Necesitan hacerlo y encontrar un lenguaje común", denuncia una madre.

Desde el inicio de la invasión rusa, más de 1.300 escuelas han sido totalmente destruidas y, como consecuencia, dos de cada tres niños estudian desde casa. Es el caso de Oksana, una adolescente de 14 años. La joven ha vuelto a su escuela un año y medio después.

La última vez que estuvo allí fue el primer día de guerra. Lo hizo para protegerse de un bombardeo. "Tenía miedo de que no quedara nada de la escuela", confiesa. Ahora, mientras recorre sus pasillos y unas aulas remodeladas, piensa en una cosa. "Sueño con volver al colegio y hablar com mis amigos y encontrarme con mis profesores", asegura.

Es el mismo deseo de miles de niños ucranianos. Muchos no lo podrán cumplir.