Los habitantes del sur de Grecia siguen escapando de las voraces lenguas de fuego por cuarto día consecutivo. Hay evacuaciones de todo tipo: a la carrera, a empujones e incluso en brazos.
Mientras, los bomberos hacen espartanos esfuerzos para desalojar las zonas afectadas. E incluso algunos llegan a hincar rodilla y rogar a las alturas para convencer a los reticentes, sobre todo personas mayores.
Las llamas acechan casas y granjas, cuando no las toman de lleno o llegan a atrapar a algún que otro reportero. Las autoridades insisten: las condiciones se mantienen difíciles, incluso críticas por zonas.
La batalla cuerpo a cuerpo continua desde Ática a la Isla de Rodas. Los bomberos intentar frenar la devastación y evitar víctimas. Muchos focos se dan por contenidos porque las temperaturas han dado un respiro, pero el calor vuelve en unas horas y con él se teme que vuelvan a descontrolarse.