Escaleras y pasillos oscuros que iluminan como pueden con la linterna del móvil hasta llegar a un decimoquinto piso, porque el ascensor desde hace semanas rara vez funciona. Una vez en casa, la oscuridad y el frío los envuelve. Así sobreviven en Kiev sin luz ni gas Alexandra y sus dos hijos, Konstantin y Vasilina.

Con velas y las linternas del móvil consiguen alumbrarse y, de madrugada, se levantan para aprovechar un par de horas de electricidad y cargar sus dispositivos para el resto del día. Salir a la calle es peligroso, pero dentro de casa los días pesan: "Yo leo aunque tenga que hacerlo con una linterna", explica Alexandra.

Poder alimentarse es otra odisea, porque para comer caliente tienen que recurrir a un campig gas. "¡Ya hay agua, vamos!", celebran cuando, al menos durante un rato, vuelven a tener agua: "Normalmente cuando se corta la luz se corta también el agua", afirma Alexandra.