Warda Mattar aplasta un dátil con sus manos y lo envuelve en una gasa. Es lo único que ha encontrado para engañar el hambre de su bebé de tan solo dos meses. "Recurrí a los dátiles para que mi hijo se callara, pero él seguía llorando", relata esta mujer palestina, que explica que no puede darle leche, porque "no hay comida, no hay fruta, no hay nada".

Un infierno en la tierra en el que uno de cada seis menores de dos años sufren desnutrición aguda y emaciación en el norte de Gaza. "Recurrimos a la última opción, los cactus, incluso con sus espinas", relata Marwan Al Awadeya, residente de la Franja, donde las fuerzas israelíes, autoras de este sufrimiento, disparan contra incluso en pleno reparto de comida.

Un horror sin límites del que dan testimonio imágenes como las de un hombre que recoge del suelo, como puede, un puñado de harina, o de civiles hacinados en la playa, clamando al cielo esperando conseguir la poca ayuda que les llega.

La hambruna es prácticamente inevitable en Gaza, según denuncia Naciones Unidas, cuyo director de coordinación en Asuntos Humanitarios, Ramesh Rajasingham, ha alertado de que "al menos 576.000 personas en Gaza, una cuarta parte de la población, están a un paso de la hambruna". "Si nada cambia, una hambruna es inminente en el norte de Gaza", ha avisado por su parte Carl Skau, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos.

Exigen al Consejo de Seguridad de la ONU un alto el fuego inmediato, porque su silencio, denuncian, solo otorga una licencia a Israel para matar a la población palestina. Durante la tarde, no ha sido la ONU, pero sí la Eurocámara, la que ha realizado esta exigencia por primera vez en lo que va de conflicto.