"(Este brote) acaba de superar el de la primera epidemia registrada en la historia (de la RDC, entonces Zaire) en 1976 en Yambuku, en la provincia (noroeste) de Ecuador. Hasta la fecha, se han registrado 319 casos y 198 defunciones", confirmó el ministro de Sanidad congoleño, Oly Ilunga, en un comunicado.

Hasta ahora, el brote en Yambuku, a raíz del que se descubrió esta enfermedad -bautizada justamente en honor al río congoleño Ébola- era no solo el más mortal en la historia del país con 280 muertes, sino también en el que hubo más contagios (318).

Esta epidemia, con 198 defunciones, según los datos difundidos por el Ministerio de Sanidad congoleño a fecha de 8 de noviembre, ya es la tercera más mortífera del país, solo superada por el primer brote de 1976 y el tercero declarado en 1995 en la ciudad de Kikwit, en el que murieron 250 personas.

"Ninguna otra epidemia en el mundo ha sido tan compleja como la que estamos experimentando actualmente", afirmó Ilunga, al recordar también el rechazo, las amenazas y las agresiones a los que habitualmente se enfrentan los equipos médicos y humanitarios desplegados en la zona.

Al fuerte rechazo generado por gran parte de la población a ser tratado contra el ébola -debido al desconocimiento, el miedo a una enfermedad que puede ser mortal y las creencias culturales- se suma la inestabilidad que asuela estas regiones del noroeste del Congo.

Es la primera vez que una epidemia de ébola se declara en una zona en conflicto, donde operan un centenar de grupos armados, lo que provoca el desplazamiento continuo de cientos de miles de personas que podrían haber estado en contacto con el virus.

La inseguridad complica y limita el trabajo del personal sanitario, quienes, al realizar entierros seguros, han llegado a sufrir ataques o incluso ha ser secuestrados por grupos rebeldes, como les sucedió a tres agentes de protección civil y un epidemiólogo en la localidad de Matembo.