Una vez más han vuelto a desafiar la prohibición de manifestarse en Hong Kong. Como ya ocurriera hace dos semanas, los manifestantes han llevado sus protestas al aeropuerto.

Allí, han intentado bloquear los accesos con barricadas y, a pesar de la fuerte presencia policial, siguen protestando sin miedo. "¿Peligroso? Todos saben que pueden ser arrestados. El peligro no es escusa, no podemos ignorar la situación", dice un manifestante.

Tres jóvenes han conseguido sortear la seguridad y colarse en el aeropuerto, detrás corren los agentes, que los han perseguido hasta los baños donde han sido detenidas.

Pero los momentos de mayor tensión se vivieron en el metro de Hong Kong, donde la Policía se dirigió directamente a los manifestantes. Les tiraron al suelo, les golpearon, e incluso les lanzaron gases lacrimógenos cuando estaban completamente indefensos.

La calle también era un campo de batalla. Los manifestantes, vestidos de negro y cubiertos por paraguas, lanzaban cócteles molotov, y la Policía respondía con cañones de agua y gases lacrimógenos.

Más de tres meses de protestas que se han saldado este fin de semana con cinco heridos graves y al menos 70 detenidos.