El fuel se derrama sin control frente a la costa de Isla Mauricio por la brecha abierta en el casco del petrolero Wakashio. A vista de pájaro, una tupida isla verde en mitad de un océano color turquesa que ahora se tiñe de negro.

El petróleo ha llegado a sus playas ante la mirada impotente de los mauricianos. "Tratamos de impedir que llegue a la costa este pese al cambio de viento y marea", asegura Sunil Dowarkasing, de Greenpeace.

El Gobierno pide apoyo internacional

Con 150 hoteles en primera línea de mar, el turismo es una de las principales fuentes de riqueza de este pequeño país. El Gobierno, sin medios para enfrentarse a la catástrofe, ha pedido auxilio internacional.

La proximidad de Isla Reunión, territorio francés, ha facilitado el apoyo de Macron. Pero toda ayuda parece poca ante la amenaza que el vertido supone para su economía y entorno natural.

"Para la población es terrible. Hay pescadores, operadores de botes, buceadores... que viven y comen del mar", sostiene un ciudadano. "La salida para el vertido de fuel no es buena. Han sido afectados los ecosistemas marinos", añade Dowarkasing.

Japón manda ayuda

Japón, bajo cuya bandera navegaba el petrolero varado, también ha anunciado el envío de un equipo de expertos para comenzar las tareas de limpieza ante la imposibilidad de reflotar el barco.