El simple gesto de que dos hombres se cojan la mano no es tan sencillo hacerlo en Líbano. Y es que si un vecino o alguien que te cruces por la calle "sospecha" que eres homosexual, puede ir a la Policía y denunciar por "prácticas 'antinaturales", tal y como indica Ribal Maatouk, responsable de programas en MOSAIC.

Una vez se pone la denuncia, la Policía se presenta en tu casa y "chequea tu móvil, tus conversaciones, tus fotos, tus contactos...y así puede investigar a más y más gente", según indica Maatouk. El artículo 534 del Código Penal libanés castiga con un año de prisión lo que denomina "actos sexuales contra natura", una ley difícil de demostrar, pero que persiste como un fantasma en las sombras.

Hatma Handan, productor de teatro, cuenta a laSexta que en Líbano la ley, la familia y la religión hacen que la mayoría opten por una doble vida. "En general, la gente se siente más libre fuera de sus casas, pero se sienten muy limitados con sus familias", expresa. La única salida es vivir solo, como hace él. Pero para poder hacerlo hay que tener dinero. "Pueden tener una vida libre siempre y cunado no vayan por ahí diciendo que son gays", afirma Handan.

Beirut, de alguna manera, también les protege, como si fuera una gran burbuja. La noche de la capital libanesa es el lugar donde sentirse totalmente libre, aunque el riesgo siempre está ahí. En 2012, la Policía entró en un cine y detuvo a 36 personas, a las que llevó a comisaría y les hizo lo que ellos llaman "pruebas de homosexualidad", entre las que se encuentra una revisión anal.

Además, en el colectivo LGTBI también hay "clases". Ser trans dispara el odio irracional entre la Policía, que es capaz de llegar a lo mas ruin y miserable, como desnudarte y sacarte fotos en publico.

Sin embargo, la crisis económica también ha traído la revolución a Beirut. Dicen que hay un clima de cambio y, por primera vez, sienten que esa también es su lucha. "Vi un cóctel muy especial de mujeres, incluida una mujer trans, caminando junto a ellas, lo que me sorprendió", manifiesta Leah, activista trans, mientras que Pia, queer, expresa a laSexta: "Sentíamos que no había nadie antes que nosotros, o que los que nos precedieron tuvieron que irse o casarse obligados para poder sobrevivir en un país como este". Pero ya no se trata solo de sobrevivir. Ahora sonríen y tienen ganas de luchar.