Un día cualquiera, Desiré, de Sudán del Sur, iba a por agua para su familia. En el bosque, unos hombres aparecieron y se la llevaron con 15 años. Así lo recuerda ella misma: "Mientras viví en el bosque sentí cosas terribles. Me golpearon fuertemente. Lo que quieren es que sigan sus reglas". Estas niñas se convierten en mujeres que cuidan de sus "guerreros": hacen la comida, lavan sus ropas y hasta satisfacen sus deseos sexuales.

Los señores de la guerra necesitan manos sirvientes. Los menores de entre 12 a 17 años son sus presas preferidas, según señala Susana Oliver, miembro de World Vission España. "Porque empiezan a tener más fuerza física, se les usa para la lucha y para trasportar armas", añade. Su inocencia y miedo es un cóctel demasiado poderoso.

Desiré, estuvo con ellos más de un año, hasta que vio su oportunidad de huir: "No fue un viaje fácil para mí, no sabía donde ir, solo seguía moviéndome durante varios días". El terror que estos hombres alojan en sus víctimas los paraliza, pero al mismo tiempo les obliga a correr, lo más lejos posible.

Este sábado es el día internacional contra el reclutamiento de los niños soldado, un día que sirve también para recordar también la valentía de aquellos que, con todo en contra, nunca tiraron la toalla. Ángelo es una de esas personas. También viajó al infierno, donde asegura que le hicieron daño en su alma. Pero no consiguieron destruirle. De hecho, ahora mismo trabaja con World Vission. "Tenemos que trabajar todos juntos, con cada niño", señala.

Chema Caballero, en Benín, recuerda sus años de trabajo en Sierra Leona. Se acuerda de Shein, uno de sus niños soldado. Asegura que veinte años después, el diablo vuelve a visitarle en sus sueños. "Todavía cierra los ojos y ve el momento en el que le obligaron a matar a su padre", confiesa sobre el exsoldado. Por su parte, Desiré ya va a la escuela , pero lucha para que ningún niño tenga que ir vigilando su espalda.