Un hospital de Estados Unidos ha eliminado de la lista de transplantes a un hombre de 31 años que necesitaba urgentemente un corazón nuevo después de que se negara a vacunarse contra el COVID-19. Se llama DJ Ferguson y su esperanza de vida es de cinco años. Le han puesto un marcapasos.

En un comunicado, el Brigham and Women's Hospital explica su decisión. "Dada la escasez de órganos disponibles, hacemos todo lo posible para garantizar que un paciente que recibe un órgano trasplantado tenga la mayor probabilidad de supervivencia", señalan. Y añaden que el hospital requiere "la vacuna contra el COVID-19 y ciertos comportamientos de estilo de vida de los candidatos a trasplante para crear tanto el mejor entorno para una operación exitosa, como para optimizar la supervivencia del paciente después del trasplante, dado que su sistema inmunológico está drásticamente suprimido".

DJ Ferguson, al que aún siguen tratando, está ingresado en este hospital de Boston desde finales de noviembre de 2021 y sufre un problema cardíaco hereditario que hace que sus pulmones se llenen de sangre y líquido. Tiene dos hijos y un tercero en camino. Su padre, David, ha declarado en varios medios estadounidenses que "se está quedando sin tiempo" y que "está peleando con bastante valentía. Tiene integridad y principios en los que realmente cree y eso me hace respetarlo aún más".

En la campaña de la plataforma de financiación colectiva GoFundMe, que Amanda, una amiga de la familia, creó para recibir ayudas para pagar la factura médica, explican que el motivo de Ferguson para no vacunarse es su preocupación por la posibilidad de que pueda experimentar inflamación cardíaca, algo que podría resultar peligroso dada la debilidad de su corazón.

Sin embargo, y aunque este es un efecto secundario potencial de la vacuna contra el coronavirus, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos enfatizan que es raro y temporal y alientan a los receptores de trasplantes y a aquellos en sus círculos inmediatos a vacunarse y reforzarse por completo.

Esta no es la primera vez que un estadounidense que se ha negado a vacunarse se enfrenta a trabas en la atención médica. A principios de enero, una mujer de Minnesota demandó a su hospital después de que los médicos intentaran quitarle a su esposo, no vacunado, el ventilador al que había estado conectado durante dos meses.

En Estados Unidos la vacunación avanza lentamente. Poco más del 63% tiene ya dos dosis de la vacuna contra el coronavirus y sólo el 40 % se ha puesto la tercera dosis de refuerzo.