400 años de historia

Harvard, más que una universidad: cuna de presidentes, premios Nobel y movimientos sociales

El contexto
Ante la decisión del Gobierno de Donald Trump de prohibir la matrícula de estudiantes internacionales, la Universidad de Harvard ha interpuesto una demanda federal, argumentando que la medida constituye una vulneración de los principios constitucionales y del derecho a la educación.

Barack Obama en la Universidad de Harvard
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Mientras Estados Unidos celebraba su nacimiento en 1776, una institución ya llevaba más de un siglo formando a quienes definirían el curso del país y del mundo. La Universidad de Harvard, fundada el 8 de septiembre de 1636, es la más antigua de la nación y una de las más influyentes del planeta.

Desde sus humildes inicios, con apenas nueve alumnos, Harvard ha crecido hasta convertirse en un emblema del conocimiento, la élite y el activismo. "Harvard es la primera universidad que se funda en los Estados Unidos", recuerda José Antonio Gurpegui, director del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá.

Por sus aulas han pasado 161 premios Nobel y nueve expresidentes de Estados Unidos, incluidos nombres como John F. Kennedy, Franklin D. Roosevelt, George W. Bush y Barack Obama. "El último de ellos, por ejemplo, Barack Obama", añade Gurpegui.

El poder de Harvard no solo se mide en nombres, sino también en cifras. Su dotación económica supera los 50.000 millones de dólares, una suma que, como señaló Donald Trump, es mayor al PIB anual de países como Argentina, Noruega o Finlandia.

Pero Harvard no solo ha sido cuna de élites. También ha sido semillero de movimientos sociales y cambios históricos. En uno de sus dormitorios nació Facebook, y sus estudiantes han estado al frente de luchas contra la segregación racial, la guerra de Vietnam, el apartheid en Sudáfrica y la invasión de Irak. "Ha sido también un referente de lucha, un referente de libertades donde se han debatido y defendido las libertades", destaca Gurpegui.

A lo largo de sus casi 400 años de historia, Harvard ha demostrado ser algo más que una universidad: es una institución que combina excelencia académica, poder económico y un profundo compromiso con la transformación social. Un legado que, como su historia, será difícil de silenciar.