Cuando se cumplen tres meses desde el último terremoto en Haití, la imagen allí es de desolación: el país está como si todo se hubiera paralizado ese mismo día y más de 650.000 personas necesitan ayuda urgente.

Raphael Thierry es misionero y lleva muchos años trabajando allí. "Cada día es peor", afirma, explicando que no hay luz ni apenas agua. "Estamos como un país en guerra", resume.

Para Thierry, el problema de Haití es que hay de todo: pobreza extrema, falta de servicios básicos y también violencia y crimen organizado. Y es que las pandillas controlan el país ante la corrupción gubernamental, incluso el suministro de gasolina, que reparten a cuentagotas.

"Casi todo el mundo tiene miedo", afirma Thierry, que relata: "Uno sale por la calle y cuando uno regresa, es para decirle 'gracias a dios regreso con vida". "Cuando uno sale por la calle, sale con la muerte también", asevera.

Una situación que dificulta aun más el reparto de comida y ante la que Unicef ha puesto en marcha una nueva iniciativa, llegando a un acuerdo con Iberia para enviar ayuda. Marta López Fesser, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, explica que gracias a ello, "es posible comenzar a transportar suministros humanitarios a favor de la infancia" en las rutas comerciales de la compañía aérea.

El primer vuelo ya ha salido, transportando nueve tiendas para albergar a los enfermos que sobreviven y son atendidos en plena calle y ofrecer a los menores un lugar donde poder estudiar. Una situación temporal para un país donde ahora mismo, hace falta de todo y sobran armas.