Estados Unidos y los talibanes han firmado un histórico acuerdo de paz. El acto ha tenido lugar en la capital catarí en presencia de observadores internacionales y dignatarios de diversos países, entre ellos los ministros de Exteriores de Turquía y Pakistán, además de una amplia delegación insurgente.

El pacto ha sido firmado por el representante especial de Estados Unidos para la paz, Zalmay Khalilzad, y el líder talibán, mulá Abdul Ghani Baradar. Ambos representantes se fundieron posteriormente en un apretón de manos y la sala de la ceremonia en un lujoso hotel de Catar, con una nutrida presencia de talibanes, gritó "Alá es grande".

Antes de la firma pronunciaron un breve discurso el jefe de la diplomacia catarí, Mohamed bin Abdulrahman al Zani, el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo y Ghani Baradar.

Pompeo ha afirmado que lo logrado hasta el momento "no es perfecto, pero los talibanes han demostrado que pueden ser pacíficos cuando quieren".

El acuerdo ha llegado tras concluir una semana de reducción de la violencia de los talibanes en Afganistán, una de las condiciones de Washington para la firma del acuerdo y una prueba de buena voluntad por parte de los insurgentes.

"Habrá tentaciones de declarar la victoria", ha advertido Pompeo, pero "la victoria para EEUU será cuando sus ciudadanos no tengan que temer ninguna amenaza de ataque desde Afganistán".

Por su parte, el firmante talibán ha calificado este evento de "histórico" y ha alabado las "negociaciones exitosas" entre su grupo y EEUU, asegurando que "el acuerdo también es bueno para la comunidad internacional".

Un largo proceso de negociación

De esta forma culminan las negociaciones que comenzaron el 12 de octubre de 2018, que han sido guardadas celosamente de los flashes y los micrófonos, sólo anunciándose a última hora el inicio y la finalización de cada ronda de diálogo en el golfo Pérsico.

Por el momento, poco se conoce del texto firmado en Doha, pero el representante especial de Estados Unidos para la paz, Zalmay Khalilzad, reveló el pasado septiembre un importante detalle: el pacto prevé la retirada en 135 días de 5.000 de los alrededor de 12.000 efectivos que Washington tiene desplegados en Afganistán.

A cambio, los talibanes deberán garantizar que el territorio afgano no sea utilizado para lanzar ataques contra otros países. Según los insurgentes, el acuerdo supondrá también la liberación de unos 5.000 de sus prisioneros y la de un millar de miembros de las fuerzas de seguridad afganas.

Sin embargo, no han faltado los obstáculos y los sustos durante el proceso de negociación. El pasado septiembre, el presidente de EEUU, Donald Trump, canceló abruptamente los encuentros en respuesta a un atentado en Kabul en el que murió un estadounidense, si bien el proceso se retomó a finales de noviembre tras una visita del dirigente a Afganistán.

La paz, aún lejana

Aunque la rúbrica del acuerdo es un hito histórico, todavía queda por delante un largo proceso de negociaciones entre los talibanes y el Gobierno de Kabul para poder declarar la paz en Afganistán, un país que lleva décadas sumido en una concatenación de conflictos.

El Ejecutivo de Ashraf Ghani, que recientemente ha sido declarado ganador de las elecciones afganas por segunda legislatura consecutiva, llegará a la mesa de diálogo al borde de una crisis política, pues el segundo candidato más votado, Abdullah Abdullah, se ha negado a acatar los resultados.

Otro asunto que podría lastrar el proceso entre el Gobierno y los insurgentes es la formación del equipo negociador.

Por el momento, el Gobierno afgano se ha negado a ofrecer detalles sobre sus posibles miembros, pero partidos y políticos del país asiático ya han mostrado sus miedos a que se trate de una delegación escogida de forma unilateral y que no incluya una representación amplia del espectro político.