Hace una semana que Sami, palestino afincado en Santiago de Compostela desde hace 16 años, no duerme en su cama. "Vida cotidiana ninguna. Dormimos en el sofá, a ratos, porque queremos enterarnos de lo que está pasando", cuenta.

Él y su mujer pasan las noches enteras en el salón escuchando las últimas noticias del canal 'Al Jazeera'. Su madre, de 75 años, sus hermanos y sobrinos y hasta 55 miembros de su familia están en la Franja, bajo los bombardeos israelíes. Algunos han perdido sus casas, pero aún siguen vivos, asegura.

Sus tres hijos viven con angustia el conflicto. Uno de ellos, incluso, ha tenido que dejar de ir a las clases de su máster porque no puede concentrarse. Están muy tristes porque han dejado atrás muchos momentos bonitos con la familia, explica Sami. Emocionado, cuenta que para ellos la familia es fundamental y que todos les echan mucho de menos.

Además, cada vez es más difícil mantener el contacto con ellos. Ahora mismo Gaza está sin electricidad. "Difícilmente nos llega una noticia como señal de vida que diga: seguimos vivos", lamenta.

Solo necesitan una señal tranquilizadora. Esa señal que también espera desde hace tres días Jaldía. Ella es palestina, activista y reside en Madrid, pero casi toda su familia sigue en Gaza. El último mensaje de texto de su hermana y sus sobrinos lo recibió el lunes. Ellos le decían que gracias a dios, todos estaban bien.

Su familia, como muchos otros palestinos, resiste en su hogar, no quieren irse pese a no tener de nada: "Prefieren quedarse en su casa, si va a caer una bomba les va a caer en cualquier sitio", explica. El objetivo, sobrevivir de las bombas. La familia de Sami comparte una vivienda con otras 150 personas que huyen de los ataques.

La madre de Mussa'ab Bashir, analista de asuntos israelíes y periodista, también resiste en Gaza. Mussa'ab sí ha podido comunicarse recientemente con ella: "Me dijo que por fin habían conseguido comprar agua mineral", cuenta.

Todos ellos ya han vivido una expulsión de su tierra y no quieren marcharse. Ahora piden que la comunidad internacional presione a Israel para que detenga los ataques y al Gobierno español que corte las relaciones con el régimen israelí.