Cuándo habrá papa
A la espera de la fumata blanca... ¿cuándo 'habemus papam'?
Si de la chimenea de la Capilla Sixtina sale el humo de color blanco (fumata blanca), el mensaje es claro: los cardenales han llegado a un acuerdo para elegir nuevo papa.

"No hay prisa por la fumata blanca": con estas palabras, el cardenal Jean-Paul Vesco, arzobispo de Argel, aseguraba antes del proceso de elección papal que el cónclave ha de durar "lo que sea necesario". El sucesor del papa Francisco será elegido por los 133 cardenales que pueden entrar a la Capilla Sixtina para votar, pero no tienen un plazo para ello. En el último siglo, nunca un papa ha sido elegido en las primeras votaciones, por lo que se espera que las primeras fumatas sean negras.
¿Y cuándo saldrá la fumata blanca? Nadie puede adelantar nada. El cónclave se extiende hasta que el humo blanco salga de la chimenea de la Capilla Sixtina, momento a partir del cual comienza otro proceso protocolario que va desde la presentación al mundo del nuevo papa hasta la proclamación del mismo, desde el balcón de la basílica de San Pedro, en la plaza central del Vaticano, con el tradicional '¡Habemus papam!'.
Esta expresión latina, que significa "Ya tenemos papa", está previsto que la coree el francés Dominique Mamberti, pero nunca se sabe el momento en el que esto ocurrirá. Si se van sucediendo las fumatas negras —la primera fumata negra salió a las 21:00h—, el cónclave continúa, mientras los candidatos más votados van obteniendo cada vez más votos. Hasta que uno de ellos obtenga 89 votos de los cardenales, no habemus papam.
Primero acepta, luego 'Habemus papam'
El color de las fumatas es la manera de informar al mundo del consenso (o falta de él) durante las votaciones de los cardenales. Pero el mero hecho de que haya consenso no implica la salida del humo blanco: antes, el elegido ha de aceptar el cargo. Porque, efectivamente, un candidato puede negarse a ser papa, pero lo habitual es que si no quiere serlo y recibe algún apoyo en los votos precedentes, él mismo explique que no aceptaría ser sumo sacerdote.
Lo cierto es que nada impide a un candidato negarse a convertirse en obispo de Roma en la votación final, pero la historia indica que de tener la determinación de no serlo, lo indica antes. De esta manera, no se alargan innecesariamente las votaciones si van en una dirección que no va a acabar bien.
Así pues, la fumata blanca no sale hasta que, además de ser elegido, pasan otras cosas. Lo primero que tiene que ocurrir es que el elegido acepte ser papa. Una vez aceptada la misión, tendrá que responder a la pregunta '¿Quo nomine vis vocari?', que es la pregunta sobre qué nombre papal quiere recibir, y aquí ya empieza el procedimiento de la humareda: se queman las papeletas para que, de la chimenea, salga la fumata blanca que pinte el cielo del Vaticano.
Al finalizar el proceso de votación, el nuevo papa se retira a la Sala de las Lágrimas —la sacristía de la Capilla Sixtina—, a meditar un momento, donde ya vestirá por primera vez las vestimentas papales. Y con ellas, saldrá a ser presentado ante la multitud de la plaza de San Pedro. El final definitivo del cónclave lo marca el 'Te Deum' para dar paso, ya en última instancia, al 'Habemus papam'.