Es la sesión del Parlamento ruso donde se ha legitimado la brutalidad, siempre que sea en casa, de puertas para adentro. Casi todos los diputados, hombres en aplastante mayoría, han votado sí a que la violencia machista y doméstica sea un delito civil y no penal.

Queda otra votación para que se apruebe. Un hombre en Rusia no irá a la cárcel por abofetear a su mujer, siempre que no lo haga más de una vez al año. Su sanción podrá ser una multa de, como mucho, 500 euros, menos de 15 días de arresto o trabajos comunitarios.

Quien ha promovido esta ley es una mujer, la diputada Elena Mizulina. Cree que todo son asuntos familiares y lo equipara a los correctivos de un padre a un hijo. Es defensora de los valores de la familia e impulsora de legislación antigay y ahora saca adelante una ley retrógrada en un país donde se calcula que cada 40 minutos una mujer muere a manos de su pareja o de un familiar.