Su entrenamiento es infernal, por mucho que lo llamen el 'camino al cielo'. Los soldados taiwaneses son sometidos a durísimos ejercicios, y se dejan literalmente la piel, para llegar a formar parte del cuerpo de élite. Con las manos en la espalda, se arrastran boca abajo por un camino lleno de afiladas rocas y corales. Por si fuera poco también tienen que hacer volteretas.

De igual forma, deben reptar soportando el peso de un compañero que les agarra por el cuello. Al terminar esos eternos 100 metros, alcanzan su sueño: convertirse en miembros de la unidad de Patrulla y Reconocimiento del Ejército de Taiwán tras 70 días de arduos entrenamientos. Intensas jornadas en las que tienen que pasar horas y horas bajo el agua con la equipación completa.

"No puedo sentir nada ahora mismo", llega a afirmar uno de los aspirantes. Deben soportar bajas temperaturas y muy muy poco descanso. Porque, tras cinco minutos de cabezada en la intemperie, continúan con sus ejercicios. De esta manera el gobierno de Taiwán buscan los soldados perfectos, listos en caso de una guerra contra China.