El 3 de octubre de 2013 murieron ahogados 368 inmigrantes frente a Lampedusa, una tragedia que sacudió la conciencia de Europa y que se recuerda en la isla italiana, aunque desde entonces más de 3.000 personas han muerto en intentos similares. "No sabemos dónde meter ni a los muertos ni a los vivos", decía aquella mañana del 3 de octubre la alcaldesa de Lampedusa, Giusy Nicolini, cuando hora tras hora el muelle del puerto de la pequeña isla se iba llenando de cadáveres.
Durante días, trabajaron los buzos para recuperar los cuerpos hacinados en las bodegas del pesquero y después sus ataúdes, entre estos 41 de color blanco para los niños, fueron colocados en el hangar del aeropuerto de la isla o amontonados en camiones frigoríficos. Desde esos terribles días, a Lampedusa no han vuelto a llegar inmigrantes pues la operación que puso en marcha el Gobierno italiano, conocida como Mare Nostrum, los intercepta en el canal de Sicilia y los conduce a un puerto seguro en Sicilia, Campania o Calabria. Pero, aún así, esto no ha detenido las muertes y el Mediterráneo sigue siendo un enorme cementerio.
La portavoz de la agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) para el Sur de Europa, Carlotta Sami, dijo que "son más de 3.000 los inmigrantes que han muerto desde inicio del año y por desgracia atravesar el Mediterráneo es cada vez es más peligroso". "Siguen aumentando las personas que buscan protección en Europa y que como única vía de salvación tienen la de atravesar el mar y no existen señales fuertes, por desgracia, que permitan a los refugiados buscar esta protección de manera más segura", agregó.
Según la portavoz del ACNUR, la operación Mare Nostrum no ha empujado a los inmigrantes a cruzar el mar, como dicen sus detractores, sino que ha servido para salvar a más de 140.000 personas y solo gracias a ella se han evitado más muertes. "El aumento en las llegadas a Italia, pero también a Malta y Grecia, tiene entre sus causas la presencia cada vez mayor de conflictos en estos países, como Libia o Eritrea, desde donde llegan muchos refugiados y donde no se está haciendo nada para resolver la situación y por tanto se ven obligados a escapar", manifestó Sami.
Hasta ahora, solo Italia se ha ocupado de la operación de patrullar y socorrer a los inmigrantes en el canal de Sicilia, que separa Italia del norte de África, con un coste de 9 millones de euros al mes que empieza a ser insostenible para un país en crisis. Italia ha conseguido en este año de continuas peticiones y protestas que la Unión Europea lanzase un proyecto para reforzar la vigilancia en el Mediterráneo, el Frontex Plus, que depende de la aportación voluntaria e individual de los países europeos y al que por ahora sólo se ha comprometido a ayudar España.
Con motivo de este aniversario, el Servicio Jesuita a Refugiados, uno de los más activos en este campo, también denunció en un comunicado que "las operaciones de búsqueda y rescate de la agencia europea de fronteras, Frontex, en las aguas de la UE son totalmente inadecuadas". Y lamentó que estas tragedias sigan repitiéndose: "hace unas semanas, un barco con hasta 500 inmigrantes se hundió frente a las costas de Malta, al parecer embestido por los propios traficantes de personas".
LOS MÁS VULNERABLES, LOS PEOR PARADOS