Cientos de manifestantes han bloqueado las puertas del metro de Hong Kong en plena hora punta, provocando retenciones masivas que han impedido a los trabajadores llegar a su hora.

Un caos que forma parte de un movimiento prodemocracia que surgió con el rechazo de una polémica ley de extradición a China, ya suspendida.

"No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí, no tenemos un líder, es un movimiento masivo", ha aseverado una joven manifestante. "No es nuestra intención molestar a la gente, pero tenemos que asegurarnos de que las autoridades entienden por qué protestamos. Continuaremos cuanto sea necesario", añadió.

Este movimiento, que comenzó hace tres meses como una serie de manifestaciones contra dicho proyecto de ley por considerar que podía suponer la vulneración de los derechos de las personas sometidas a juicio, se ha convertido en una serie de protestas contra el gobierno local y su relación con Pekín.

Desde entonces, las manifestaciones y disturbios se han sucedido prácticamente a diario, afectando a comercios y negocios de la ciudad. Esto ha provocado una mayor presencia policial en las calles, donde las fuerzas de seguridad han hecho en ocasiones un uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes.

Crisis política

Cerca de 50 personas han sido detenidas por los disturbios que se produjeron durante una manifestación celebrada el sábado en Hong Kong, una de las dos regiones administrativas especiales que existen en la República Popular China, junto a Macao.

El cuerpo de seguridad acusa a "manifestantes radicales" de bloquear calles y carreteras, "destruir propiedades gubernamentales" y de atacar a los agentes con "armas letales" y otros objetos contundentes como ladrillos, botellas de cristal y "líquidos corrosivos", poniendo en "serio peligro" sus vidas.

El Gobierno de Carrie Lam ha suspendido el trámite parlamentario pero no ha retirado el proyecto de ley de extradición, por lo que las manifestaciones han continuado y se han extendido hasta exigir también la dimisión de la líder regional por su gestión de esta crisis política.

Pekín, por su parte, ha expresado su pleno apoyo al Gobierno de Lam y ha acusado a Reino Unido y Estados Unidos, entre otros países occidentales, de maniobrar a favor de las protestas.