En las gélidas calles de Belgrado todo cuesta mucho más, incluso algo tan cotidiano y sencillo como afeitarse. El gobierno serbio dice tener espacio en los campos de refugiados para ellos y que son ellos los que no quieren ir.

Las ONG y voluntarios contestan. "Los campos están completos. Se han priorizado a las familias y el resto no tiene dónde ir", explica la voluntaria Paula Duerto ante la cámara de laSexta Noticias.

No hay espacio. Además, ellos ya saben que quienes acaban en esos campos son trasladados a dónde no quieren volver. "La Policía serbia te lleva de vuelta a Bulgaria y allí tienes que pagar a traficantes para poder volver a Serbia", afirma un migrante.

Otros lo que no quieren son campos lejanos o campos que les reste libertad. "No son campos abiertos, son campos cerrados".

Sólo esperan que la ruta de los Balcanes vuelva a abrir. Poder seguir su camino porque su destino final nunca fue Serbia. "Quieren seguir adelante y quieren sentir que pueden tener una oportunidad", señala Gemma Gillie, de Médicos Sin Fronteras.

Mientras saben que su principal batalla es seguir caminando, ahora les toca hacer frente al frío y las duras condiciones.