Se escuchan gritos de alegría en mitad de la tragedia, debido a que acaban de rescatar con vida a un bebé en el estado de Pernambuco, al nordeste de Brasil. Tras las fuertes lluvias y los deslizamientos de tierra, las labores de rescate continúan. Cada vida salvada se celebra como un milagro porque saben que el paso de las horas juega en contra de los que todavía siguen bajo los escombros.

"Todavía no han encontrado a mi cuñado, está enterrado ahí", cuenta uno de los habitantes de la zona. A pesar del empeño de vecinos, voluntarios y fuerzas de seguridad más de una veintena de personas continúan desaparecidas y la cifra de víctimas se acerca al centenar.

"Perdí todo, perdí mi casa, documentos, todo está perdido", explica un residente de Recife, Brasil, la localidad más afectada por las intensas lluvias. Los cerros se han venido abajo sobre las casas, montañas de lodo, calles inundadas y riadas de escombros que ponían en peligro a los vecinos.

El presidente Bolsonaro ya ha visitado la zona. "Todos estamos tristes. Manifestamos nuestro pésame a las familiares", ha dicho durante su visita. Además, ha prometido ayudas inmediatas para todos los afectados